lunes, 28 de febrero de 2011

Charla de Educacion Vial... Para que?

Fui al ACA de Flores para cumplir con la charla de educacion vial previa a renovar el registro. Segun parece, el problema mayor que sufre nuestra forma de conducir es que la gente toma mate en la ruta. Es cierto, es una costumbre bastante frecuente, pero, vamos... es como hecharle toda la culpa del agujero de ozono al glade toque del baño de Carlitos.
Por otro lado, mas alla de ese topico, la charla se completo con un video donde mostraban choques con crash test dummies y listo, papelito de certificado y nos vemos en 5 años otra vez. En 35 minutos, afuera. Y entonces... Que sentido tuvo?

sábado, 26 de febrero de 2011

La duda

¿Y si lo mejor ya me pasó? Estoy condenado como Fito Paez a no superar "El amor después del amor" o como Miguel Angel a no superar La Piedad o como Francis Ford Coppola a no superar "El Padrino" o como George Lucas a no superar "Star Wars" o, como el peronismo, a no superar el primer plan quinquenal...

domingo, 20 de febrero de 2011

Estrella del mar.

Dijiste -Yo quiero ver el mar. Después armamos el campamento y almorzamos... pero primero, quiero ir a la playa. Dejé el auto en la parcela que habíamos elegido y mientras todavía no había bajado del auto ya estabas algunos metros adelante, haciendo el camino que va hasta la entrada del camping y de ahí por la calle, una cuadra hasta la playa. Te alcancé cuando ya casi salías y digo te alcancé porque no me esperabas, así de atropellada saliste. Y de eso, pasó un año.


En ese año, desde esa corrida tuya a la playa, nos veíamos, hablábamos, nos escuchábamos. Siempre encontrábamos espacio para una cerveza en el Paseo del Sol, o un helado en Victoria Cream, una caminata por Santa Fé o para darle un par de vueltas a los diques de Puerto Madero caminando.

El jueves pasado -un año después- llegué caminando por la playa a la calle que baja del camping del ACA de Mar de Ajó. Y me quedé un rato mirando el mar, muy sucio esa tarde cuando el sol ya me pegaba casi en la nuca y hacia una sombra bastante larga de mi sobre la arena, pensando en vos. 

Elegí ese lugar para despedirme de vos porque no tuve ningún otro lugar para hacerlo porque cuando volví de mi viaje me enteré que no estabas mas. Y me pareció muy bien que fuera en tu lugar favorito -no esa playa- sino junto al mar, mirando las olas de la hora en que el mar empieza a borrar castillos de arena, a tapar pozos, a anegar estadios de tejo y de paleta. La hora en que se acallan los pregones de churreros. La hora en que se preparan para brillar sobre el mar la luna y las estrellas. 

Estrella del mar, Stella Maris. Si acaso todo lo que vos creías resultara cierto, me habrás escuchado

viernes, 18 de febrero de 2011

Dia 30: Tandil - Buenos Aires.

Antes de salir de Puerto Madryn había mandado un mail al hostel que había encontrado en Tandil: Casa Chango. Me hizo gracia su página web que anuncia que el hostel está atendido por sus propios pasajeros.
Envié el mail y el plan era conectarme en alguna parada del recorrido para ver si había recibido respuesta.

Mi primer parada fue en Sierra Grande, donde paré a cargar nafta y despedirme del combustible a $3.267 patagónico. Realmente, lo extrañaré. De ahí, al ACA de La Adela, en La Pampa y eso, aun al haber pasado por un borde, hizo que al final del viaje haya pasado por un total de 6 provincias: Buenos Aires, Rio Negro, Chubut, Santa Cruz, Tierra del Fuego y, por pocos kilómetros, La Pampa.

Decidido a no entrar en Bahia Blanca, paré en una estación de servicio en el km 711 -si mal no recuerdo-, resultando esta ser una de las YPF más sucias de todas las que he estado. Raro, puesto que la mugre suele ser característica de las estaciones de la Shell siendo las YPF las más prolijas. Huí del lugar después de cargar algunos pocos litros de nafta con rumbo a Coronel Pringles, donde me tomé un café. Quedaba todavía un largo trayecto hasta Tandil.

Llegué cerca de las 10 de la noche a Tandil y fui directo al Hostel. No sabía si habian recibido el mail o no, si tendria lugar, nada... bueno, sí. tenia todo listo y me estaban esperando. Bajé pocas cosas del auto y me fuí directamente a festejar el fin de fiesta a Época de Quesos.

Me pedí una tabla bastante grande, total, era el último día y estaba celebrando. La moza me dijo que si no la terminaba, me preparaba lo que sobraba para que me lo llevara.

-Mirá -le dije- salí de Puerto Madryn y manejé 1076 km directamente hasta aca solo con el objetivo de venir a cenar a Epoca de Quesos. Te garanto que no va a sobrar.

No sobró.

Recibí un sms de Clara, que me decía que estaba con Débora. Tuve la mala idea de sugerir si estaban en pleno aquelarre. Recibí 3 mensajes de texto con el mismo contenido por parte, no solo de Clara y Débora sino tambien de Eugenia que estaba ahí también.

A continuación, mi disculpa:

Mis amores no se ofendan y entre todas me reprendan que nunca tuve intención de injuriarlas a    la distancia.
Por eso, con elegancia quiero hacerles saber que si a alguna hice daño al compararla con brujas, el corazón se me estruja y la verguënza es tan grande como la tabla de fiambre que me acabo de pedir. Mas, que otra cosa quisiera al terminar la jornada que estuvieran aquí las tres en las sillas vacías que rodean esta mesa. 

Volví al hostel, charlé con unos chicos que estaban parando ahi... me pegué una ducha y me fui a dormir.

Al día siguiente encaré el regreso. Llegué a casa a las 16:02 exactamente al mismo lugar desde el que había partido el 2 de enero a las 4:50. Recorrí 8782 km.

Estas son algunas de las localidades y paradas que hice... seguro me olvido de alguna: Gorchs, Azul, Tres Arroyos, Bahia Blanca, Pedro Luro, Carmen de Patagones, Viedma, Sierra Grande, Trelew, Uzcudum, Garaydale, Comodoro Rivadavia, Rada Tilly, Caleta Olivia, Fitz Roy, Tres Cerros, Puerto San Julian, Comandante Luis Piedrabuena, Rio Gallegos, San Sebastian, Rio Grande, Tolhuin, Ushuaia, El Calafate, El Chalten, Tres Lagos, Puerto Santa Cruz, Rawson, Puerto Madryn, Playa Unión, Puerto Pirámides, La Adela, Tandil, Rauch... y visité tres Parques Nacionales: Tierra del Fuego, Los Glaciares, Monte Leon y un Monumento Natural, el Bosque Petrificado.

Conocí muchísima gente con la que compartí muchos momentos muy lindos, Narcis, Diana, Gustavo y Patricia en Ushuaia,  Evelina, Paulina, Luciana, Dolo, Luis, Willi, Constanza, Laura, Florencia en el Chalten, Jean, Stephanie, Adelain, Lupe, Lucas, Marcos, Claudia, Luciana, Alejandra, Harris, Leticia, Melisa y algunos más que seguramente me estoy olvidando ahora en un viaje que no olvidaré jamás.

Los últimos 17 km del viaje.

lunes, 14 de febrero de 2011

Días 24 a 29: Puerto Madryn (3)

Mauro siguió derecho toda la noche. Para cuando me levanté y bajé a desayunar, dormía en una de las hamacas paragauayas. En realidad, no dormía: estaba inconsciente. Stephanie cada tanto le sacudía la hamaca y él ni se mosqueaba. Adelein estaba preocupada sobre a qué hora íbamos a salir, pero creo que estoicamente aceptó que iríamos simplemente, más tarde, sin que ese "más tarde" pudiera ser precisado en un reloj.
Lucas logró revivirlo a Mauro y finalmente arrancamos para la península.

Adelein se sentó adelante. De las dos, ella habla menos español y lo que habla lo mezcla con italiano. Y aparte le pone onda. La entendí perfectamente cuando agarrada a la pasamanos que tiene sobre la puerta delantera Clemente con las dos manos dijo: Ustedes manejan muy raro.

Llegando al puesto de entrada de la península, donde cobran la entrada les dije: Ustedes se callan la boca y no dicen ni hola. Hablo yo y nada más. De esa manera, los tres pasamos como de Buenos Aires. Yo de Floresta, y ellas de Versailles y de Liniers, respectivamente (¿?)

Entramos a Puerto Pirámides poco menos que famélicos y encaramos directamente para Quimey Quipan (Donde ya había estado en 2007) y Lupe, Lucas y yo pedimos la pesca del día con distintas salsas: Aleta de raya. Delicioso.

Después al agua. La playa de Puerto Pirámides es increíble. Es una pileta de natación infinita como el mar. El agua es absolutamente incolora y aun con el agua (Opción 1: a la altura del cuello, uno puede verse los pies. Opción 2: por el gañote, uno se sigue viendo las patas)

Nos encontramos con otros chicos que estaban tambien en el hostel (Melisa, Yanina y Martín que estaban en excursión). Hicimos las actividades clásicas de playa: tomamos un poco de sol, unos mates, unas cervezas, pateamos un poco una pelota con poca gracia -nosotros no teníamos gracia...- y como el clima empezó a (opcion 1: desmejorar. Opción 2: ponerse choto) nos fuimos primero caminando para ver el esqueleto de ballena franca austral que preservan junto a la Avenida de las Ballenas y después volvimos a los autos para ir hasta la lobería. Para llegar ahí, hay que tomar un camino descendiente bastante malo. Después de sacar las fotos con los lobos, el clima nos empezó a correr. Se vino una tormenta de viento y arena que hizo que subir hasta la ruta desde la lobería fuera bastante complicado.

Ya regresados a Puerto Madryn, nos aprestamos a la cena. Yo no tenía nada para cocinar, sobretodo me faltaban ganas. Lucas y Mauro iban a ir a por una pizza y me acoplé. Salimos los tres, con Lupe a quién me dí cuenta que habíamos perdido cuando llegamos a la pizzería. Le pregunté a los chicos y me dijeron que se había ido a comprar morfi a un lugar llamado El Bodegón, que vendian cordero hecho muy bueno y barato. La puja cordero-pizza fue desigual, además ¿Cómo resistirse a un lugar llamado El Bodegon?

Me encontré con Lupe ella ya había pedido un plato llamado "olla patagónica" (A saber: cordero, papas, tomates secos, hongos secos, panceta, zanahoria, salsita) por la módica suma de 48$

Para matizar la espera, y para variar a tanta cerveza, compré una botella de gancia, una sprite y unos limones, para la hora de la sobremesa y sumarla una alternativa más a la birra, el vino y el fernet. Pero salvo Alejandra, la amiga de Lupe, a quién le preparé dos vasos, el resto se mantuvo fiel a las otras bebidas... como sea: no quedó nada de Gancia.

Al día siguiente, mientras desayunábamos todavía, a Leticia -que salió a comprarse cigarrillos y que era su último día de vacaciones, se la llevó puesta una bicicleta. Se dobló la mano. La ayudaron y la llevaron hasta un hospital donde le sacaron una placa y le dijeron que estaba esquinzada. Le siguió doliendo, se hizo ver por otro médico, le dijeron lo mismo. Cuando volví a hablar con ella, ya de regreso en Buenos Aires, estaba quebrada.

En tanto, yo mi último día en Madryn lo usé para ir al Ecocentro. Me hice la caminata desde el hostel. Aunque no es muy lejos, tardé bastante: en un momento encontré una sombra cerca de la playa, y me hice una siesta a pocos metros del mar.


Intermezzo poético.


            Camino otra vez hacia el sur por la orilla de la mar.
            No me pidas que la mirar las suaves olas romper 
            me detenga a recordar el triste resonar
            de las ruedas de metal de tu repleto vagón
            dejando atrás la estación
            debajo de la ciudad.
            Prefiero mirar el mar, 

            aunque te tenga que extrañar.


Fin del intermezzo

El Ecocentro es un muy lindo lugar cuyo mayor atractivo -para mi, claro- resultó una instalación en una sala donde reproducen los sonidos y la sencación visual del fondo del mar.

El plan para la ultima noche en Madryn era ir a comer a un restaurante sobre la playa -Vernardino (si, con V)- donde fuimos con Lupe, Claudia y su hermana Luciana, Natalia -mi nueva compañera de habitación- y Julian. En un momento, se acercó a nuestra mesa un pibe vendiendo flores al que le dije: Flaco... somos dos, ellas son cuatro... no necesitamos flores, necesitamos un milagro.



Para esas horas ya tenía decidido viajar hasta Tandil al día siguiente. Son más de 1000 km y necesitaba estar bien despierto. Razón por la cual, me perdí la joda a la que fueron prácticamente toooodos en el hostel al punto que fue raro encontrar el lugar de reunión, los sillones del jardín, vacíos.

Al día siguiente, tomé el desayuno, esperé para despedirme de quienes se fueran despertando más o menos temprano. Pude saludar solo a Claudia, Luciana, Natalia y al bueno de Harris que siguiendo mi consejo se iba para Bariloche.

Finalmente, dejé Puerto Madryn y volví a tomar la RN3 con rumbo norte. Pero esta vez no iba a hacer todo el trayecto por ahí sino que iría por la RN3 hasta la RN251, de ahi hasta la RN22 y de ahi, nuevamente hasta la RN3... ahorra unos kilometros.Y yo tenia muchos por delante.

viernes, 11 de febrero de 2011

Dias 24 a 29: Puerto Madryn (2)

La primer noche en el hostel palme. Entre haber manejado más de 1000 km, el haber dormido en el auto, la caminata por la playa, el asado y el hecho de tener que levantarme a las 7 para ir a la excursión de los delfines, hizo que me derrumbara en la cama. Desde la cama y entre sueños, escuchaba que abajo había joda... y me propuse no perdérmela la noche siguiente.

Todo empieza en la cocina. El lugar de contacto con los demás empieza ahí. Y la cocina de un hostel es un lugar donde todo el mundo cocina como sabe y como puede, preparando comidas que según la diversidad de gente de distintos países que haya, emanan aromas a los que uno no necesariamente está acostumbrado. Y es genial oler esa mezcla. Y te cruzas de todo... con franceses que se niegan a hablar en otra cosa que no sea francés o español porque quieren practicar, con alemanes que saben que están jodidos a la hora de comunicarse si no le ponen onda con el inglés y con alguno que otro argentino, que te termina preguntando por señas hasta que se da cuenta que uno también es de acá y entonces quiere saber de donde sos, porque ya no basta ser argentino, sino que hay que ser de un lugar, un barrio, una calle porque necesitas sentirte cerca de donde no estás. Todos los franceses son de París, todos los alemanes de Hamburgo, y nuestras propias limitaciones engloban a todos los finlandeses en Finlandia, sin poder precisar aunque sea una ciudad.

De la cocina, al comedor.. si lograste obtener cubiertos a tiempo -porque en El Gualicho los cubiertos son un tanto escasos- y la sobremesa, en el patio-jardín.

El patio-jardín del hostel tiene dos bancos de plaza enfrentados, separados por una mesa ratona que con el correr de las horas y se va poblando de botellas vacias. Nadie sabe de donde salieron tantas. Las debemos haber tomado, uy, qué resaca.
Y ahí hay que ponerle onda al acto comunicativo. Uno se pone a prueba y habla en inglés con un sueco y un israelí, skill que nunca había probado a fondo y que hasta desconocía tener, pero que como ya había superado la prueba con las chicas alemanas de El Calafate y había logrado explicarle a las chicas israelies la humorada de poner mi nombre sobre una etiqueta de cerveza Quilmes copiando la caligrafía por la campaña publicitaria del año pasado, y finalmente la charla con Alisson sobre la guerra de Malvinas, todo en El Chalten... le doy para adelante... Cuando mi viejo me enseñó a andar en bicicleta sin las rueditas fue igual: Yo tenía 6 años... me subí, me hizo pedalear mientras venía al lado mío sosteniéndome y finalmente me dio un envión y yo seguí pedaleando... tambaleé un poco pero no me caí. Bueno, estaba haciendo lo mismo pero con un idioma.

Tenía dos cervezas encima yo... me había hecho unos fideos con putanesca -de las mejores que hice hasta ahora me quedó- por lo que durante la cena había tomado lo que había sobrado del vino que use para la salsa -¿un poco más de media botella?- y para cuando se acabaron las cervezas, no me quedó más remedio que darle una nueva oportunidad al Fernet con coca. Después de disculparme diciendo que uno me gustaba, le dije a una chica de Rosario que estaba en la ronda que me preparara uno. No sé si lo habrá hecho bien o mal y tampoco recuerdo cuantos tomé. Pero en ese estado logré pegarle más o menos coordinadamente a los 4 acordes (Si, Fa, Re, Mi) de la versión bluseada de Hit me baby one more time, como la toca Travis cuando una guitarra criolla cayó en mis manos. Unos cuantos cantaron... Evidentemente, estábamos todos diez puntos.


La guitarra iba pasando de mano en mano, lo mismo que las botellas y los vasos. En algún lapsus de lucidez me percaté que mi habitación estaba escaleras arriba y que si tenía algún tipo de expectativa de dormir en una cama, debía comenzar el ascenso cuanto antes. De modo que no fue ni el glarciar martial, ni el huemul ni ningún otro sendero que subí en el Chalten lo más dificil que subí, sinó esa escalera hasta la habitación 26 aquella noche. Como siempre, estaba de guardia el Dr. Ferrum. La mañana siguiente fue deliciosa. Un poco de arroz con queso, 7up... lo usual.

Después de almorzar, me enteré que Carlos estaba en Rawson. De manera que volví a la ruta 3, pasé por la casa de su suegra y nos fuimos a Playa Unión a que nos sople el viento y a presenciar la playa con mar de fondo. Tomamos unos mates, nos tiramos unos chismes laborales y juntamos coraje para meternos al agua. Al fin de cuentas, para eso habíamos ido. Claro, una vez más, como había pasado en Monte Leon, cuando el agua llegó a la sala de máquinas, aborté la misión.


De regreso en Rawson, una nueva ronda de mate, esta vez con Karina -la mujer de Carlos- para recuperar un poco de calor y vuelta a Madryn con un camión de juguete que le regalaron al hijo de Carlos para el cumpleaños y que ellos no iban a poder llevar en el avión en una bolsa en el asiento de atrás.

Como los efectos de la noche anterior todavía estaban latentes -uno puede sentirse de 20 años, pero el hígado no miente la edad- esa noche fue coquita zero. Zero azucar, Zero alcohol. Y si bien no fue lo mismo, la pasé muy bien hablando con Adelein, una chica francesa, su amiga Stephanie, Lupe, Alejandra, Mauro, Lucas -mis compañeros de habitación-, Jean, otro pibe frances...


Acordamos ir al día siguiente a península Valdes. Yo iría con Adelein y Stephanie. Mauro y Lucas con Lupe y Alejandra. Al fin de cuenta -les dije- mi auto es francés, me voy con las francesas. El de ustedes es un Volkswagen... ¿No cierto que tiene lógica?

miércoles, 2 de febrero de 2011

Dias 24 a 29: Puerto Madryn (1)

Ni bien se hicieron las 7 me fui al hostel. Me habían dicho por teléfono que a esa hora ya podía ir. Antes me tomé un café con leche en el ACA, lo cual resultó un gasto inútil ya que cuando llegué a El Gualicho me dijeron que si bien la cama no iba a estar libre hasta la una, podía quedarme y tomar el desayuno. Como tenía que aguantar hasta esa hora despierto, me clavé tres café más.
Noté que había un anuncio sobre un asado en el hostel, al que decidí apuntarme porque era una buena oportunidad de conocer gente. Cuando por fin me dieron el verde para poner mis cosas, bajé todo -pude dejar a Clemente en el estacionamiento del hostel, que queda en el centro donde cobran estacionamiento- y me preparé alguna cosa de comer. En vez de irme a dormir, decidí salir a caminar un poco por la Madryn.

Es raro volver a una ciudad de turista en la que A) ya estuviste B) estuviste en inverno C) estuviste con tu pareja.

En verano tiene otros atractivos que compensan la falta de ballenas: El obvio, la playa. No es mi favorito. Ir a la playa solo tiene poca gracia. Pero caminé bastante por la playa, que es lo que más me gusta hacer -además de tomar mate y comer churros, claro- en la playa. Seguido de la playa viene el buceo. No es para mi. Si bien el proceso de downsizing avanza, todavía no quepo en un traje de neoprene y el agua está lo suficientemente fría como para que sea necesario usarlo. Una picardía, porque me hubiera gustado. Hay algunas excursiones de avistajes, aunque solo una sale de Madryn y son los muchachos del proyecto Iris que salen a hacer avistaje de delfines. Excursión que decidí tomar. Después quedan Punta Tombo y Peninsula Valdes. El atractivo de Punta Tombo son los pingüinos, que ya había visto en Monte Leon. Y -para mí, claro- el atractivo de la península era la playa de Puerto Pirámides, también conocida como la mejor playa de la patagonia, con merito propio para que sea así.

De modo que esa tarde caminé un poco, contraté la excursión para las 8 de la mañana del día siguiente y, siguiendo lo que alguna vez dijo mi profe Eduardo Esarte sobre como encontrar la radio de un pueblo, mirando donde estaba la antena llegué hasta los estudios de LU17, Radio Golfo Nuevo. Me presenté, como en todas las otras radios en la que había estado, diciendo que era estudiante del ISER y me hicieron esperar un poco en una recepción. Creí por un momento que no me iban a dejar entrar. La chica que me atendió avisó de mi presencia via IRC y después de un rato, me hizo pasar directamente al estudio de la radio donde me recibió el conductor del programa que me preguntó -y anotó- mi nombre y empezamos a charlar -estaba en una pausa el programa- sobre mi viaje, sobre mis visitas a las radios y todo eso. Realmente le interesó lo que yo le contaba, tanto que cuando estaba por volver al aire, me dijo escuchá por aca -tienen medio auricular para monitorear, sin vincha, para sostenerlo con la mano. Instintivamente manoteé el celular y lo puse en silencio justo cuando la luz de aire se encendió. El conductor contó que yo estaba en el estudio, resaltando lo importante que era que me interesara en las radios patagónicas, porque las radios patagónicas cumplen una función social muy importante, y me tiró algunas preguntas que contesté al aire. Me quedé todo el bloque, contando no solo lo de las visitas a las radios sino también sobre el viaje en sí, después de un móvil   con el secretario de turismo de Madryn.



El asado comenzaba a las 21:30. En el quincho del hostel se había preparado una mesa larga para todos los comensales, que seríamos unos 20... o algo así, la mayoría un grupo bastante grande de españoles. Gente grande, que pronto se pondría bastante alegre entrándole al tinto por aquello de que "al que no le gusta el vino es un animal"
Quedé sentado junto a una parejita australiana y frente a un chico sueco, Harris que vino a romper el mito que todos los suecos son rubios y altos. Harris no era ninguna de las dos cosas.
Les di una clase gratuita de como se debía hacer y comer un choripan, que todos los extranjeros apreciaron de buen modo al punto que todos estaban con un choripan en la mano disfrutando de aquello que para nosotros es tan común.

Tinto mediante, nos pusimos a hablar con Harris. Nos contamos de nuestros respectivos viajes, le recomendé para donde seguir porque no tenía todavía claro, yo le conté de donde venía y en eso estábamos cuando del grupo de los gallegos uno me señala con la mano al grito de: ¡Qué tu eres vasco!

-No, no soy vasco
-Pues na, hombre... que tienes toda la contextura de un vasco. ¡Que tu eres vasco!
-No, me llamo Adrian, soy de Buenos Aires... nací acá, en Argentina.
-Y cual es tu apellido. -Le digo mi apellido y replica- ¡Qué te lo has cambiao!
-Dejalo tranquilo al muchacho -intervino una gallega- no ves que no es vasco
Aproveché para buscar en mi porta documentos, mi registro de conducir y se lo di a la señora que tenía más o menos un poco más de grado de sensatez
-Ves, aquí lo dice clarito: es de buenos aires y es argentino
-Que es vasco -insistía el loco, calculo yo que fruto de la mamua que le habia provocado el tinto

Me tocó levantarme bien temprano, para ir a la excursión. Además, con la noche anterior hecha en el auto, dormir en una cama estuvo muy bueno. La excursión comenzó por visitar un barco semi hundido, después unos nidos de cormoranes y más tarde una lobería. A partir de ahi, el piloto del bote y su asistente empezaron a buscar delfines en el medio del golfo. Debo confesar que tenía pocas esperanzas de verlos, porque veía cierta preocupación en la cara de los dos "expertos" que buscaban en el horizonte con binoculares. Finalmente, aparecieron. Alguien de los que venía en el paseo los vió por el lado de popa, de modo que giramos y fuimos hacia ellos.

Tal como me había pasado en 2007 con las ballenas, no había un par de delfines, había montones y parece ser que también es curioso y le llamamos la atención de modo que se acercan al bote, saltan, nadan, dan vueltas una y otra vez como diciendo: ¡¡¡HUMANOSSSSSSS!!!

Cuando nos alejamos de ellos, y volvíamos a puerto, me hice flor de siesta... ¿Saben? Dormir acunado por las olas es genial.

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