lunes, 18 de julio de 2011

Recorriendo el NOA - El primer tramo

2:30 marcaba el reloj de Clemente cuando puse primera y salí de Buenos Aires. Tomé Panamericana y realicé mi primera parada y recarga de nafta -la única hasta ahora con restricción de 100$... pero con 70$ completé el tanque.
Lo que sí, antes de seguir rumbo a Rosario, hice una pequeña siestita en la estación de servicio donde había parado, en Ramallo. Estaba ansioso por salir y casi no había dormido.

Esquivé la ciudad de Rosario tomando un por una ruta que une el tramo que viene de Buenos Aires con el que sale hacia Córdoba y creo que ahorré unos kilómetros. Volví a parar en Armstrong, en la Provincia de Santa Fé donde me tome un cafe con leche antes de seguir hasta Córdoba. Pero como el sueño me estaba dando los primeros síntomas, me metí en Bell Ville, cargué nafta y me hice otra siesta de una hora.

Después arranqué para Córdoba, a la que no entré. La primera estación de servicio tenia una cola increíble, la segunda, no había nadie :)

Salí de Córdoba rumbo hacia el norte, haciendo una parada para almorzar en Jesús María. Hice un rato de descanso, me saque algunas fotos y otra vez a la ruta, para detenerme en un lugar tristemente histórico: Barranca Yaco, donde fuera fusilado Facundo Quiroga.

Ya en la provincia de Santiago del Estero, hice una pequeña carga en Villa ojo de Agua y segui rumbo a la capital de la provincia, donde llegué ya de noche, con el partido de la selección contra Uruguay a punto de empezar.

Busqué donde pasar la noche, donde dejar a Clemente y me fui disparado a la plaza principal donde habían instalado una pantalla gigante. Ya sabemos como nos fue... Pero la experiencia fue genial, como cuando vi en Carlos Paz un partido del mundial (Argentina 1, Japon 0, gol del Bati)
Volvì al hotel y finalmente, caí fundido en la cama hasta las 6:30 del domingo.

Ricardo, el pibe del estacionamiento juro que iba a abrir el estacionamiento a las 7. Mentira :(

Finalmente, saque el auto y mientras empezaba a dar vueltas buscando combustible -no habia por ningun lado en la ciudad- Clemente empezo a regular mal, a 3000 vueltas, 2000, 2500.. subia y bajaba. Un rato largo hizo eso hasta que se le paso solo. Raro... no tenia ni idea que podia estar pasandole.

Sali a la ruta sin cargar nafta, y en una estacion de servicio de bandera blanca (en realidad, negra, con una calavera y dos tibias cruzadas...) consegui super "PELTROBRAZ" (Me dijo que era Petrobras, pero no le creo...) y arrancamos hacia el jardín de la república: La provincia de Tucumán.

Llegué a la casa historica de Tucuman y bastante emocionado entre. Es fuerte estar en un lugar que solamente  viste en manuales de historia, postales y monedas de 50 centavos y que te cansaste de dibujar con el estencil celeste del Anteojito.

Sali de Tucumán y la siguiente parada ya fue en Rosario de la Frontera, ya en la provincia de Salta (El contador de provincias parcial llego a 5, el total a 18). Entre a Rosario de la Frontera para cargar nafta en el ACA, que estaba muy bien organizado a pesar de la cola lo que hizo que la demora fuera bastante poca.

El nuevo desvio histórico fue ahora un camino de 3.5km que lleva a la Posta de Yatasto, el lugar donde -cuenta la historia de los manuales Mitristas- Belgrano se encontró por primera vez con San Martín. En realidad, no fue asi. En este lugar, Belgrano le entrego el mando del Ejercito del Norte a Juan Martín de Pueyrredon y si bien se encontro con San Martín, no fue sino a unos 20 km y como tal es recordado por todas las placas del lugar.

Retome la Ruta 9 que pasada la localidad de Metan me esperaba con una amplisima calzada de 4 carriles, dos de cada mano, como una larguísima avenida hasta la entrada al centro mismo de la Ciudad de Salta.

jueves, 14 de julio de 2011

Corrijame, Giachino!

Voy a permitirme usar toda la basofia legal que tuve que estudiar para Regimen Legal para opinar sobre el decreto 936/11, que cuyo espíritu es prohibir la oferta sexual en medios de comunicación.

Primero, cosa de que no me odien y sigan leyendo, siento postura: Estoy absolutamente de  acuerdo con que el rubro 59 es una locura.

El asunto acá es: ¿Es válido el argumento esgrimido por el diario? Lamentablemente, sí. Legalmente, es absolutamente válido y podría citar una catarata de artículos legales que fundamentarían esto que digo porque, así como en el truco, un 3 mata a un 2, en derecho un decreto es un 7 bravo, una ley el ancho de basto y los pactos incorporados por el articulo inciso 22 y la Constitución el ancho de espada y no hay mucho espacio para moverse. Es clarito: el articulo 14 de la CN proclama la libertad de prensa, el 32 prohíbe que el congreso regule de alguna forma la libertad de imprenta y el 42 establece el derecho de información de los consumidores. Para completarla, el Pacto de San José de Costa Rica prohíbe, en su articulo 13 la censura previa.

Y para aun más: Esta el fallo de la Corte Suprema de la Nación del caso Verbitsky, que se presentó ante la justicia para impedir la salida de una solicitada que apoyaba a un ex presidente de facto por considerar que constituía una apología del delito y en donde la Corte al tener que optar entre "impedir la consumación de un delito" o "consentir el sacrificio de un bien jurídico valioso" optó por esto último.

Hay un solo resquicio, una sola veta que veo que sería interpretar que un diario pueda ser considerado al mismo nivel que un espectáculo público. En ese caso, se podría argumentar que el articulo 13 del PSJCR en su inciso 4 dice que tales espectáculos SI pueden ser objetos  de censura previa con el exclusivo objeto de regular el acceso a ellos para la protección moral de la infancia y la adolescencia.

De todas formas lo que hay que tener en cuenta también es el limite entre lo legal y el sentido común. En los términos argumentativos de la presentación del amparo del diario Rio Negro, se podría también comenzar a publicar avisos de sicarios ya que hasta que estos no concreten el homicidio, ¿no seria acaso legal?

lunes, 11 de julio de 2011

Nada es casual... ni siquiera las cadenas de mail

Hace minutos recibí una cadena de mail que con una ironía propia de un ignorante hijo de putas, y titulada "Como, no estaban desaparecidos" es acompañada por las capturas de pantalla del resultado de las consultas al padrón electoral de los hijos de la titular de Madres de Plaza de Mayo, clamando indignación popular, llamando a la distribución de esa "información" como mandato de "obra de buen ciudadano"



Y esa cadena llega hoy, al día siguiente donde la ciudadanía de Buenos Aires se ha expresado categoricamente -como dijera una gran amiga-:"La buena noticia es que la democracia sí funciona. La mala, es que viviendo en una ciudad de GARCAS, que prefieren sombrillitas y resposeras en sus playas falsas a viviendas y hospitales, seguiremos teniendo el jefe de gobierno que nos merecemos.")

Para todos ellos, y para quien haya generado esa cadena, esta es mi respuesta.

No respondo cadenas. Hace demasiado tiempo que estoy inmerso en el ámbito informático como para detenerme en un pps de imágenes que me acercaran a la felicidad, o perder tiempo en leer sobre la desoladora historia de un niño que necesita algún trasplante urgente. Pero hoy recibo este mensaje y mas viniendo de ustedes, mis amigos en un día como hoy donde estoy triste por la abrumadora forma en que la ciudad me recuerda que nuestra sociedad porteña sigue siendo derecha y humana. Y entonces contesto y agrego a la persona que figura como iniciadora de la cadena, Maria Alicia lo siguiente... los desaparecidos, figuran en los padrones no porque estén vivos como esta malintencionada y desinformada cadena pretende decir, sino en virtud de una Ley Nacional votada por el Congreso Nacional, ese edificio de Entre Ríos entre Rivadavia e Yrigoyen, frente a una plaza en la ciudad de Buenos Aires. Que esa ley lleva el numero 24321 que se sanciono en 1991 y que establece derechos para los que no tuvieron derechos, y que aun sancionada esa ley tuvieron que esperar 19 años más para que se modificara el articulo 15 del código electoral de la nación mediante el decreto 935 del año 2010 con el siguiente texto: 

Art. 5º — En el registro informatizado se incluirán, por cada elector, los siguientes datos: apellidos y nombres, sexo, lugar y fecha de nacimiento, domicilio, profesión, tipo y número de documento cívico especificando de qué ejemplar se trata, fecha de identificación y datos filiatorios. Los electores ausentes por desaparición forzada se incorporarán al aludido registro en las condiciones establecidas en el artículo 9º de la presente reglamentación.

...


Art. 9º — En las hojas impresas del padrón electoral, los electores declarados ausentes por desaparición forzada deberán visualizarse con un sombreado que los resalte. Al pie de cada hoja figurará la leyenda "Elector ausente por desaparición forzada, artículo 15 del 
Código Electoral Nacional"


Si aun Videla en su cinismo afirmaba que un desaparecido era alguien que "No esta, es una incógnita. Está desaparecido"http://www.youtube.com/watch?v=9czhVmjeVfA no terminen por ignorantes de ser más diablo que el diablo. 

Menos hoy.

Salir del closet.

Quizás esté bien que así sea y que nos asumamos como lo que somos. Una ciudad de garcas que apoya la idea de denunciar a su vecino, de no preocuparse por el estado de los hospitales públicos porque total, los usan extranjeros indocumentados que llegan en medio de una inmigración descontrolada. Una ciudad en la que uno de cada dos habitantes quiere moler a palos a todo aquel que tenga el descaro de disfrutar de dormir en una plaza, en la que uno de cada dos habitantes esta de acuerdo en que se les haga saber desde bien chicos a esos chicos que no tienen la suerte de haber nacido en esta tierra de prosperidad y de sueños concretados que la igualdad ya paso de moda y que las computadoras son sólo para los porteños.
Una ciudad en donde uno de cada dos habitantes cree que existe un micro amarillo, articulado y que los va a llevar a todos más rápido a ningún lugar.

Ey, vos porteño... cuando llegues a cualquier ciudad del país y te traten como la mierda que sos, no te quejes. Porque es lo que has elegido ser.

viernes, 1 de julio de 2011

Un día, él que se fue para siempre de la plaza fue él.

Los próceres de los libros de historia de Ibañez y AZ son cosas lejanas y amarillentas en este, un país que se mueve por antinomias, que desde el vamos fue Saavedra o Moreno, Lavalle o Dorrego, Unitario o Federal, Sarmiento o Rosas. Dónde todos son cuestionables, hasta el mismo San Martín.
Entonces me acuerdo de Mafalda, preguntándose por qué en el siglo 19 había habido tantos próceres y en el 20 ninguno. Pues en esta Quino se equivocaba: Hubo uno que murió el 1 de julio de 1974.

martes, 28 de junio de 2011

Pre-Embarque (2)

Hoy cambié el seguro del auto. Me pasé a La Caja por el ACA. Despues de lo que paso en Rosario, prefiero pagar unos mangos más, pero tener el acarreo sin cargo desde cualquier lado.

viernes, 17 de junio de 2011

Pre embarque (1)

Ok... Clemente ya está listo. No hubo tanto como para el viaje del verano pero algunas cosas fueron necesarias. A lo del alternador que palmó en Rosario, se le sumó el cambio de las correas de distribución, la maquina de la ventanilla delantera derecha -palmada desde febrero en el viaje a Mar de Ajó-
Las ruedas estan bien, los frenos Claudio me los ajusto, lo mismo que el tren delantero, que le cambio algunos bujes.

Ya tengo el pasaje para el tren de las nubes y hoy cerre las reservas de cuatro de los hostels. Todavia me falta encontrar algo para alojarme en Cachi. El resto de las noches en los lugares que voy a parar mas de una noche ya estan (Salta, Jujuy, Humahuaca, Cafayate)

El itinerario tambien está. Despues de un primer plan de hacer el circuito desde Buenos Aires a Salta pasando por Cordoba, me decidí por la ruta tradicional, pasando por Ceres y Santiago del Estero, donde haré la primer noche. Pero para eso falta mucho todavía. Pero ya todo está en marcha.

"Ya me puse curitas en los pies porque otra vez vuelvo a salir de gira" como cantó Fabiana Cantilo...

lunes, 2 de mayo de 2011

¿Qué tren? ¿Qué tren?

Es tanto más sencillo canalizar todos los incidentes de hoy en el ferrocarril Sarmiento como un sabotaje y una acción organizada de grupos infiltrados que asumir que los pasajeros del Sarmiento son tratados como ganado, maltratados y humillados en el instante que suben a esos trenes. ¿De quién es la culpa? ¿De la empresa TBA o de la política que de 1976 al Carlos de los 90 se dedicaron a eliminar ramales, creando pueblos fantasmas provocando que sus habitantes se fueran a vivir al Gran Buenos Aires generando una masa de gente que se tiene que mover diariamente que no hay sistema de transporte ni calles soporten y que regaló los ferrocarriles a empresas como TBA? No, no... Fueron grupos organizados. Les digo más, seguramente de izquierda. Esos jipis maricones y melenuds siempre tienen una molotov en el bolsillo. O Al Qaeda. Dijeron que habia alerta mundial porque mataron a Bin Laden y se la agarraron con el Sarmiento. Haedo, Al Qaeda, hasta suenan parecido. Si ya los acusaron de tirar las Torres Gemelas y poner caños en Londres y en Madrid, qué les hace una mancha más al tigre, acusenlos de sacar los tornillos de las vias en el cruce de Terrada y avivar el fuego en los vagones con las hojas de su libro sagrado. 

O Pino Solanas, que se creyo en serio cuando Victor Hugo le sugirió relacionar su lanzamiento de campaña como jefe de gobierno con lo que pasaba en las vias. 

La gente esta muy loca. Esta muy loca porque es maltratada, porque si no toleran los 12 minutos de retraso -Señor ministro de Quilmes (FFCC Roca ramal Diesel, otra joya del sistema de transporte)- probablemetne sí, los echen del trabajo porque o estan en negro o el gobierno del innombrable les dio la ley de flexibilización laboral y ninguno de los sucesores fue culo de derogarla. 

Nono, no fueron esos trabajadores que tienen los huevos al plato, que son sub-educados porque el sistema asi los quiere, porque son utiles para llenar plazas. Revisen bien, en las camaras me parecio ver un sobrino nieto de Sacco y una femenina, de entre 20 y 25 años, que clamaba llegar a Once y que decia apellidarse Vanzetti. 

miércoles, 30 de marzo de 2011

El abierto de tenis de Francia.

Todavía no había apoyado los pies en el felpudo que tenía junto a la cama cuando se le vino la idea a la cabeza. Esas asociaciones que Claudio solía hacer inmediatamente después de haber apagado el despertador de un certero manotazo cuando éste, socarronamente, insistía en darle por terminadas las horas de sueño desde hacía años a las 6:25 de la mañana de lunes a viernes. Hacía esas asociaciones como un método para poner su mente en funcionamiento mientras instintivamente buscaba con los pies las ojotas que movidas vaya uno a saber porqué fuerza misteriosa –pensaba Claudio– cambiaban de posición durante la noche y aparecían con más de un metro de separación entre una y otra lo que motivaba que se preguntara en voz alta y con un poco de indignación mezclada con otro poco de intriga: –Pero si yo me senté en la cama y ahí recién me las saqué.
Lo que Claudio no recordaba eran las tres visitas al baño durante la noche.
Y entonces, ya con los pies en esa alfombra peluda iniciaba su secuencia de arranque. Trataba de precisar que número de día era, que día en la semana y cuales eran sus principales actividades para la jornada.
Y esa mañana se le apareció en la lista hacer un llamado a Martín, su hermano, que recién había vuelto de su viaje a París y con quién iba a encontrarse para que le contara sus anécdotas.

Ojotas. Martín. París. Abierto de tenis de Francia. Abierto de tenis de Francia… Abierto de tenis de Francia y Claudio quedó ahí, repitiendo lo de “Abierto de tenis de Francia” hasta que ya irritado lo tuvo que admitir: No podía recordar como se llamaba el torneo.

Baño. Ducha matinal y el calefón apagado. Sopla mucho el viento en invierno, no sea cosa que se apague y volemos todos a la mierda –dice siempre, cada noche: ¿Apagaste el calefon, Marcela? Mira que sopla el viento, etcetera. Claudio mantiene apretado una eternidad la llave para encender el piloto del viejo Universal. Mira la nada. O el calefón, es lo mismo, si está dormido todavía. Y sigue repitiéndose: Abierto de tenis de Francia. Abierto de tenis de Francia. Por lo menos, el piloto quedó encendido.

Claudio canta a veces en la ducha. Él cree que canta un tango pero que ya le varió tanto la letra que ya no canta lo que el cree que canta. Pero eso si se baña antes de cenar. A las 6:25 duerme Marcela y duermen los vecinos. Entonces repasa una vez más: Veintidós, martes. Depositar para cubrir los cheques de Salmun. Pasar por Galli. Buscar precios de los botones. Llamar a Martín. Martín. París. Y una vez más. ¿Cómo se llama el abierto de tenis de París?

Claudio repasa, mientras tiene la cabeza enjabonada y los ojos apretados los ganadores del torneo. Pasan por la cabeza Carlos Moya, Nadal, Kuerten… Gaudio. Ahí está la punta que necesita porque se acuerda bien de esa final azul y blanca entre el Gato Gaudio y Guillermo Coria. Gaudio trepando a la platea. Gaudio llorando. Mamá, papá –empezó diciendo cuando le dieron un micrófono. La noche anterior había sido el casamiento de Cristian y Laura. Una fiesta increíble y no tenía que hacer ningún esfuerzo para recordar esa tarde en la cama, con terrible resaca. Había salido descalzo de la fiesta y se dio cuenta cuando ya estaba en un taxi con Marcela y –ahí no se podía acordar tampoco ese detalle– alguien más que iba para el mismo lado. Hubo que volver al salón. Hubo que escucharla a Marcela quejarse. Hubo que soportar la mirada del tachero por el espejo.

Ahora se enjuaga la cabeza apoyando los brazos contra la pared como si lo hubiera parado la policía para que el agua le corra por el cuerpo y lo despierte cuando cierre primero la caliente y después tratará de aguantar todo lo que pueda la fría.

Se seca usando un método que aprendió viendo a la Pantera Rosa. Nunca –en sus casi 45 años– le salió lo del voleo de taquito a la toalla para dejarla en la bañera. Hoy tampoco. Qué le va a salir si esta pensando en una sola cosa: Abierto de tenis de Paris. Y solamente le sigue saliendo Wimbledon. Pero no, eso es césped y Londres.

Marcela se levanta un rato después que Claudio y antes de acostarse siempre deja café preparado en la cafetera de manera que él sólo tiene que calentarlo en el horno micro ondas, untar un par de tostadas –Diet, de pan negro integral– con queso blanco –port salut, claro y aunque a Claudio le gusta más el de La Paulina, la última vez que fueron a comprar no había, así que es un SanCor el queso de esta mañana.

Una taza de café frío ya puesta en el plato giratorio. Cierra la puerta. Aprieta el botón de cocción rápida y el reloj le muestra 0:15, 0:30 y en ese mínimo instante nota el paralelismo que lo lleva a bifurcarse entre el café y Guillermo Coria sacando 6–7 abajo en el quinto set aquella tarde de junio de 2004.

Gaudio ganó 8–6 el set y se llevó el partido y el torneo. Sí se acordaba ese punto como si lo estuviera viendo: El Gato Gaudio ganando el Abierto de tenis de Francia. Indian Wells tampoco es. Eso es en cemento. Cancha rápida y en los Estados Unidos.

El minuto que le toma al horno pasa y Claudio busca un sobre de edulcorante para el café. Lo lleva junto a la mesa del comedor y se dispone a desayunar mirando los titulares de las 7 de los canales de noticias.

Lo de siempre: Los principales accesos a la ciudad de Buenos Aires están congestionados. Pero ya no se dice embotellamiento sino caos de tránsito como si los autos estuvieran todos desparramados sin sentido. No. Es un caos prolijo de kilómetros de autos que tratan de ingresar como cada mañana a la ciudad. Por algún motivo que no logra esclarecer, eso sigue siendo noticia y motivo de alerta para los sobreimpresos en las imágenes del noticiero. Cada mañana un par de autos o más resultan sorteados para intentar ocupar físicamente un mismo espacio sobre Panamericana, siempre mano a Capital. Y eso aumenta, obviamente, el caos.

Va a llover, anuncian. Eso más que noticia es posibilidad de noticia. Seguramente no va a llover sino va a diluviar, que es lo que corresponde a una ciudad donde el tránsito es un caos. Años de creer que los brasileros eran exagerados para caer en cuenta que quizás no sea tan así. Siempre puede granizar. Eso resularía en una caos catastrófico por el diluvio y las inundaciones que seguirán al fenómeno meteorológico.

Apaga el televisor y lleva las cosas del desayuno para la cocina cuando la ve a Marcela salir del baño y volverse a la pieza. Ella no lo llega a ver y esa es secretamente, una de las imágenes que más lo excitan de su mujer: verla con esa remera estirada que alguna vez fue de él que le cubre un poco por debajo de la espalda y le permite ver –casi espiar– la redondez de sus nalgas.

Claudio va hasta la habitación. Todavía le quedan unos minutos antes de la campana de largada. Ya está listo para salir. Marcela se sacó la remera. Claudio se acerca a saludarla mientras ella sigue sumergida en la cajonera buscando la ropa para ir a bañarse.

¿Cuándo fue la última vez que tuvieron sexo por la mañana? Una vez –se acuerda, aunque prefiere olvidarlo– pusieron el despertador una hora antes para tener tiempo y no hubo forma. Estaban los dos dormidos. Claudio mira como los senos de Marcela se mueven acompasadamente y procura guardar esa imagen para mejorar algún momento grato del día.

–Marce, me voy. No tiene caso preguntarle a ella por el abierto de tenis de Francia. Marcela odia el tenis. Esa mierda individualista –dice– cuando Claudio mira algún partido. Le gusta el futbol o lo tolera mejor. Tres hermanos varones, fanáaticos de Lanús. Hermanos. Llamar a Martín.
–Voy a llamarlo a Martín. Volvió ya. Lo voy a invitar a que venga el viernes con Fernanda a cenar. ¿Te parece?
–Sí, dale –Marcela se enderezó y se giró hacia Claudio que sumó otra imagen más de su mujer a punto de irse a bañar.
–Pedimos unas pizzas... –Balbuceó Claudio que, o miraba o hablaba. Le gusta Marcela. Lo calienta Marcela. Más de 20 años juntos. Y le gusta.
–¿Pizza? No… Ya que vino de Francia hagamos una fondue y usamos el chirimbolo ese ahí juntando tierra arriba de la heladera. Hay que hacer algo con un toque francés. Pasa delante de el rumbo al baño y le da un beso.

Pizza, Italia. Italia, Roma. Roma también es polvo de ladrillo. Coria también perdió esa final, pero con Nadal al año siguiente de perder con Gaudio la final del abierto de tenis de Francia. Y despues el gallego le ganó a Puerta. Y a Puerta le dio positivo el doping. Otra vía muerta, no le sirvió tampoco.

Más de 20 años juntos. Se conocieron en el 86 en la casa de un amigo de Claudio que tenía un televisor de 29” y ahí se vieron todos los partidos del mundial de México. Corea, 3 a 1, Italia 1 a 1, Bulgaria 2 a 0, Uruguay 1 a 0, Inglaterra 2 a 1, Bélgica 2 a 0 y la final, Alemania Federal –porque había dos Alemanias… Los alemanes siempre tan perfeccionistas tenían un país como backup… o tal vez fuera por aquello del botín de guerra del 45–. Como fuera, 3 a 2 y a cantar México 86, el mundo unido por un balón. 86…

Gaudio ganó 8–6 el quinto set de la final del abierto de tenis de Francia. No logra recordar el nombre, aunque verle los pechos a su mujer por unos segundos desde la puerta de la habitación le había hecho olvidar qué había olvidado.

Llega a la planta baja. Cierra el ascensor y lee los pisos en que esta cada uno. El suyo, en el 0. El otro, en el sexto. Así terminó el primer set. Coria lo aplastó a Gaudio. 0-6. Claudio entonces pensó en que ya debería considerar algún suplemento vitamínico para la memoria. Falopa no –se dijo mientras giraba la llave de la puerta– después me da positivo el doping como a Puerta en Roland Garros. Y entonces cierra los ojos, putea y logra salir triunfal a la calle pensando en sólo una cosa: en que buenas tetas tiene todavía Marcela.

viernes, 4 de marzo de 2011

200 años sin Mariano.

Hoy se cumplieron 200 años del fallecimiento de Mariano Moreno. Nadie dijo nada. No fue recordado en ninguna escuela. No hubo minuto de silencio. No hubo un solo lugar de este país que él alguna vez planeo y que no pudo ver, un homenaje en su memoria.

Moreno era un espíritu revolucionario en serio y no si bien fue un San Martín cruzando los Andes, ni fue un Belgrano quemando Jujuy para que no quedara nada para los españoles ni fue un Güemes usando tácticas de guerrilla en el norte para defender las fronteras de un país que no existía, pero que él alguna vez había imaginado.

martes, 1 de marzo de 2011

China y Bermudas

Ayer me compré dos bermudas. Una, me la probé y me la llevé puesta. La vieja la metí en la bolsa junto con la otra que compré y me fui.
Tiré la bolsa en el asiento de atrás del auto y seguí mi día.

Volvía para mi casa y me recordé que tenía que comprar algunas cosas en el chino. De modo que estacioné el auto, bajé con la bolsa y me fui al super. Si bien ninguno de los chinos me hubiera dicho nada si entraba con la bolsa, la metí en un locker que tienen. Hice mis compras, y me me fui a mi casa.

22:20, hice la gran Kevin pero con la bolsa de las bermudas. Bajé, pero ya estaba cerrado. No me quedó otra que esperar a hoy.

Cuando salgo a la mañana le pregunto a la encargada si sabía a que hora abrían. 8:30... 9... Me fui a laburar y rogué que nadie hubiera visto el locker -sin llave-.

Llego a casa al medidía y ya estaba yendo para el chino cuando la veo a la encargada con la bolsa con mis bermudas.

Si, ya sé... es una anécdota estúpida, pero habiendo tanta gente garca en este mundo, al menos recuperé mis bermudas.

lunes, 28 de febrero de 2011

Charla de Educacion Vial... Para que?

Fui al ACA de Flores para cumplir con la charla de educacion vial previa a renovar el registro. Segun parece, el problema mayor que sufre nuestra forma de conducir es que la gente toma mate en la ruta. Es cierto, es una costumbre bastante frecuente, pero, vamos... es como hecharle toda la culpa del agujero de ozono al glade toque del baño de Carlitos.
Por otro lado, mas alla de ese topico, la charla se completo con un video donde mostraban choques con crash test dummies y listo, papelito de certificado y nos vemos en 5 años otra vez. En 35 minutos, afuera. Y entonces... Que sentido tuvo?

sábado, 26 de febrero de 2011

La duda

¿Y si lo mejor ya me pasó? Estoy condenado como Fito Paez a no superar "El amor después del amor" o como Miguel Angel a no superar La Piedad o como Francis Ford Coppola a no superar "El Padrino" o como George Lucas a no superar "Star Wars" o, como el peronismo, a no superar el primer plan quinquenal...

domingo, 20 de febrero de 2011

Estrella del mar.

Dijiste -Yo quiero ver el mar. Después armamos el campamento y almorzamos... pero primero, quiero ir a la playa. Dejé el auto en la parcela que habíamos elegido y mientras todavía no había bajado del auto ya estabas algunos metros adelante, haciendo el camino que va hasta la entrada del camping y de ahí por la calle, una cuadra hasta la playa. Te alcancé cuando ya casi salías y digo te alcancé porque no me esperabas, así de atropellada saliste. Y de eso, pasó un año.


En ese año, desde esa corrida tuya a la playa, nos veíamos, hablábamos, nos escuchábamos. Siempre encontrábamos espacio para una cerveza en el Paseo del Sol, o un helado en Victoria Cream, una caminata por Santa Fé o para darle un par de vueltas a los diques de Puerto Madero caminando.

El jueves pasado -un año después- llegué caminando por la playa a la calle que baja del camping del ACA de Mar de Ajó. Y me quedé un rato mirando el mar, muy sucio esa tarde cuando el sol ya me pegaba casi en la nuca y hacia una sombra bastante larga de mi sobre la arena, pensando en vos. 

Elegí ese lugar para despedirme de vos porque no tuve ningún otro lugar para hacerlo porque cuando volví de mi viaje me enteré que no estabas mas. Y me pareció muy bien que fuera en tu lugar favorito -no esa playa- sino junto al mar, mirando las olas de la hora en que el mar empieza a borrar castillos de arena, a tapar pozos, a anegar estadios de tejo y de paleta. La hora en que se acallan los pregones de churreros. La hora en que se preparan para brillar sobre el mar la luna y las estrellas. 

Estrella del mar, Stella Maris. Si acaso todo lo que vos creías resultara cierto, me habrás escuchado

viernes, 18 de febrero de 2011

Dia 30: Tandil - Buenos Aires.

Antes de salir de Puerto Madryn había mandado un mail al hostel que había encontrado en Tandil: Casa Chango. Me hizo gracia su página web que anuncia que el hostel está atendido por sus propios pasajeros.
Envié el mail y el plan era conectarme en alguna parada del recorrido para ver si había recibido respuesta.

Mi primer parada fue en Sierra Grande, donde paré a cargar nafta y despedirme del combustible a $3.267 patagónico. Realmente, lo extrañaré. De ahí, al ACA de La Adela, en La Pampa y eso, aun al haber pasado por un borde, hizo que al final del viaje haya pasado por un total de 6 provincias: Buenos Aires, Rio Negro, Chubut, Santa Cruz, Tierra del Fuego y, por pocos kilómetros, La Pampa.

Decidido a no entrar en Bahia Blanca, paré en una estación de servicio en el km 711 -si mal no recuerdo-, resultando esta ser una de las YPF más sucias de todas las que he estado. Raro, puesto que la mugre suele ser característica de las estaciones de la Shell siendo las YPF las más prolijas. Huí del lugar después de cargar algunos pocos litros de nafta con rumbo a Coronel Pringles, donde me tomé un café. Quedaba todavía un largo trayecto hasta Tandil.

Llegué cerca de las 10 de la noche a Tandil y fui directo al Hostel. No sabía si habian recibido el mail o no, si tendria lugar, nada... bueno, sí. tenia todo listo y me estaban esperando. Bajé pocas cosas del auto y me fuí directamente a festejar el fin de fiesta a Época de Quesos.

Me pedí una tabla bastante grande, total, era el último día y estaba celebrando. La moza me dijo que si no la terminaba, me preparaba lo que sobraba para que me lo llevara.

-Mirá -le dije- salí de Puerto Madryn y manejé 1076 km directamente hasta aca solo con el objetivo de venir a cenar a Epoca de Quesos. Te garanto que no va a sobrar.

No sobró.

Recibí un sms de Clara, que me decía que estaba con Débora. Tuve la mala idea de sugerir si estaban en pleno aquelarre. Recibí 3 mensajes de texto con el mismo contenido por parte, no solo de Clara y Débora sino tambien de Eugenia que estaba ahí también.

A continuación, mi disculpa:

Mis amores no se ofendan y entre todas me reprendan que nunca tuve intención de injuriarlas a    la distancia.
Por eso, con elegancia quiero hacerles saber que si a alguna hice daño al compararla con brujas, el corazón se me estruja y la verguënza es tan grande como la tabla de fiambre que me acabo de pedir. Mas, que otra cosa quisiera al terminar la jornada que estuvieran aquí las tres en las sillas vacías que rodean esta mesa. 

Volví al hostel, charlé con unos chicos que estaban parando ahi... me pegué una ducha y me fui a dormir.

Al día siguiente encaré el regreso. Llegué a casa a las 16:02 exactamente al mismo lugar desde el que había partido el 2 de enero a las 4:50. Recorrí 8782 km.

Estas son algunas de las localidades y paradas que hice... seguro me olvido de alguna: Gorchs, Azul, Tres Arroyos, Bahia Blanca, Pedro Luro, Carmen de Patagones, Viedma, Sierra Grande, Trelew, Uzcudum, Garaydale, Comodoro Rivadavia, Rada Tilly, Caleta Olivia, Fitz Roy, Tres Cerros, Puerto San Julian, Comandante Luis Piedrabuena, Rio Gallegos, San Sebastian, Rio Grande, Tolhuin, Ushuaia, El Calafate, El Chalten, Tres Lagos, Puerto Santa Cruz, Rawson, Puerto Madryn, Playa Unión, Puerto Pirámides, La Adela, Tandil, Rauch... y visité tres Parques Nacionales: Tierra del Fuego, Los Glaciares, Monte Leon y un Monumento Natural, el Bosque Petrificado.

Conocí muchísima gente con la que compartí muchos momentos muy lindos, Narcis, Diana, Gustavo y Patricia en Ushuaia,  Evelina, Paulina, Luciana, Dolo, Luis, Willi, Constanza, Laura, Florencia en el Chalten, Jean, Stephanie, Adelain, Lupe, Lucas, Marcos, Claudia, Luciana, Alejandra, Harris, Leticia, Melisa y algunos más que seguramente me estoy olvidando ahora en un viaje que no olvidaré jamás.

Los últimos 17 km del viaje.

lunes, 14 de febrero de 2011

Días 24 a 29: Puerto Madryn (3)

Mauro siguió derecho toda la noche. Para cuando me levanté y bajé a desayunar, dormía en una de las hamacas paragauayas. En realidad, no dormía: estaba inconsciente. Stephanie cada tanto le sacudía la hamaca y él ni se mosqueaba. Adelein estaba preocupada sobre a qué hora íbamos a salir, pero creo que estoicamente aceptó que iríamos simplemente, más tarde, sin que ese "más tarde" pudiera ser precisado en un reloj.
Lucas logró revivirlo a Mauro y finalmente arrancamos para la península.

Adelein se sentó adelante. De las dos, ella habla menos español y lo que habla lo mezcla con italiano. Y aparte le pone onda. La entendí perfectamente cuando agarrada a la pasamanos que tiene sobre la puerta delantera Clemente con las dos manos dijo: Ustedes manejan muy raro.

Llegando al puesto de entrada de la península, donde cobran la entrada les dije: Ustedes se callan la boca y no dicen ni hola. Hablo yo y nada más. De esa manera, los tres pasamos como de Buenos Aires. Yo de Floresta, y ellas de Versailles y de Liniers, respectivamente (¿?)

Entramos a Puerto Pirámides poco menos que famélicos y encaramos directamente para Quimey Quipan (Donde ya había estado en 2007) y Lupe, Lucas y yo pedimos la pesca del día con distintas salsas: Aleta de raya. Delicioso.

Después al agua. La playa de Puerto Pirámides es increíble. Es una pileta de natación infinita como el mar. El agua es absolutamente incolora y aun con el agua (Opción 1: a la altura del cuello, uno puede verse los pies. Opción 2: por el gañote, uno se sigue viendo las patas)

Nos encontramos con otros chicos que estaban tambien en el hostel (Melisa, Yanina y Martín que estaban en excursión). Hicimos las actividades clásicas de playa: tomamos un poco de sol, unos mates, unas cervezas, pateamos un poco una pelota con poca gracia -nosotros no teníamos gracia...- y como el clima empezó a (opcion 1: desmejorar. Opción 2: ponerse choto) nos fuimos primero caminando para ver el esqueleto de ballena franca austral que preservan junto a la Avenida de las Ballenas y después volvimos a los autos para ir hasta la lobería. Para llegar ahí, hay que tomar un camino descendiente bastante malo. Después de sacar las fotos con los lobos, el clima nos empezó a correr. Se vino una tormenta de viento y arena que hizo que subir hasta la ruta desde la lobería fuera bastante complicado.

Ya regresados a Puerto Madryn, nos aprestamos a la cena. Yo no tenía nada para cocinar, sobretodo me faltaban ganas. Lucas y Mauro iban a ir a por una pizza y me acoplé. Salimos los tres, con Lupe a quién me dí cuenta que habíamos perdido cuando llegamos a la pizzería. Le pregunté a los chicos y me dijeron que se había ido a comprar morfi a un lugar llamado El Bodegón, que vendian cordero hecho muy bueno y barato. La puja cordero-pizza fue desigual, además ¿Cómo resistirse a un lugar llamado El Bodegon?

Me encontré con Lupe ella ya había pedido un plato llamado "olla patagónica" (A saber: cordero, papas, tomates secos, hongos secos, panceta, zanahoria, salsita) por la módica suma de 48$

Para matizar la espera, y para variar a tanta cerveza, compré una botella de gancia, una sprite y unos limones, para la hora de la sobremesa y sumarla una alternativa más a la birra, el vino y el fernet. Pero salvo Alejandra, la amiga de Lupe, a quién le preparé dos vasos, el resto se mantuvo fiel a las otras bebidas... como sea: no quedó nada de Gancia.

Al día siguiente, mientras desayunábamos todavía, a Leticia -que salió a comprarse cigarrillos y que era su último día de vacaciones, se la llevó puesta una bicicleta. Se dobló la mano. La ayudaron y la llevaron hasta un hospital donde le sacaron una placa y le dijeron que estaba esquinzada. Le siguió doliendo, se hizo ver por otro médico, le dijeron lo mismo. Cuando volví a hablar con ella, ya de regreso en Buenos Aires, estaba quebrada.

En tanto, yo mi último día en Madryn lo usé para ir al Ecocentro. Me hice la caminata desde el hostel. Aunque no es muy lejos, tardé bastante: en un momento encontré una sombra cerca de la playa, y me hice una siesta a pocos metros del mar.


Intermezzo poético.


            Camino otra vez hacia el sur por la orilla de la mar.
            No me pidas que la mirar las suaves olas romper 
            me detenga a recordar el triste resonar
            de las ruedas de metal de tu repleto vagón
            dejando atrás la estación
            debajo de la ciudad.
            Prefiero mirar el mar, 

            aunque te tenga que extrañar.


Fin del intermezzo

El Ecocentro es un muy lindo lugar cuyo mayor atractivo -para mi, claro- resultó una instalación en una sala donde reproducen los sonidos y la sencación visual del fondo del mar.

El plan para la ultima noche en Madryn era ir a comer a un restaurante sobre la playa -Vernardino (si, con V)- donde fuimos con Lupe, Claudia y su hermana Luciana, Natalia -mi nueva compañera de habitación- y Julian. En un momento, se acercó a nuestra mesa un pibe vendiendo flores al que le dije: Flaco... somos dos, ellas son cuatro... no necesitamos flores, necesitamos un milagro.



Para esas horas ya tenía decidido viajar hasta Tandil al día siguiente. Son más de 1000 km y necesitaba estar bien despierto. Razón por la cual, me perdí la joda a la que fueron prácticamente toooodos en el hostel al punto que fue raro encontrar el lugar de reunión, los sillones del jardín, vacíos.

Al día siguiente, tomé el desayuno, esperé para despedirme de quienes se fueran despertando más o menos temprano. Pude saludar solo a Claudia, Luciana, Natalia y al bueno de Harris que siguiendo mi consejo se iba para Bariloche.

Finalmente, dejé Puerto Madryn y volví a tomar la RN3 con rumbo norte. Pero esta vez no iba a hacer todo el trayecto por ahí sino que iría por la RN3 hasta la RN251, de ahi hasta la RN22 y de ahi, nuevamente hasta la RN3... ahorra unos kilometros.Y yo tenia muchos por delante.

viernes, 11 de febrero de 2011

Dias 24 a 29: Puerto Madryn (2)

La primer noche en el hostel palme. Entre haber manejado más de 1000 km, el haber dormido en el auto, la caminata por la playa, el asado y el hecho de tener que levantarme a las 7 para ir a la excursión de los delfines, hizo que me derrumbara en la cama. Desde la cama y entre sueños, escuchaba que abajo había joda... y me propuse no perdérmela la noche siguiente.

Todo empieza en la cocina. El lugar de contacto con los demás empieza ahí. Y la cocina de un hostel es un lugar donde todo el mundo cocina como sabe y como puede, preparando comidas que según la diversidad de gente de distintos países que haya, emanan aromas a los que uno no necesariamente está acostumbrado. Y es genial oler esa mezcla. Y te cruzas de todo... con franceses que se niegan a hablar en otra cosa que no sea francés o español porque quieren practicar, con alemanes que saben que están jodidos a la hora de comunicarse si no le ponen onda con el inglés y con alguno que otro argentino, que te termina preguntando por señas hasta que se da cuenta que uno también es de acá y entonces quiere saber de donde sos, porque ya no basta ser argentino, sino que hay que ser de un lugar, un barrio, una calle porque necesitas sentirte cerca de donde no estás. Todos los franceses son de París, todos los alemanes de Hamburgo, y nuestras propias limitaciones engloban a todos los finlandeses en Finlandia, sin poder precisar aunque sea una ciudad.

De la cocina, al comedor.. si lograste obtener cubiertos a tiempo -porque en El Gualicho los cubiertos son un tanto escasos- y la sobremesa, en el patio-jardín.

El patio-jardín del hostel tiene dos bancos de plaza enfrentados, separados por una mesa ratona que con el correr de las horas y se va poblando de botellas vacias. Nadie sabe de donde salieron tantas. Las debemos haber tomado, uy, qué resaca.
Y ahí hay que ponerle onda al acto comunicativo. Uno se pone a prueba y habla en inglés con un sueco y un israelí, skill que nunca había probado a fondo y que hasta desconocía tener, pero que como ya había superado la prueba con las chicas alemanas de El Calafate y había logrado explicarle a las chicas israelies la humorada de poner mi nombre sobre una etiqueta de cerveza Quilmes copiando la caligrafía por la campaña publicitaria del año pasado, y finalmente la charla con Alisson sobre la guerra de Malvinas, todo en El Chalten... le doy para adelante... Cuando mi viejo me enseñó a andar en bicicleta sin las rueditas fue igual: Yo tenía 6 años... me subí, me hizo pedalear mientras venía al lado mío sosteniéndome y finalmente me dio un envión y yo seguí pedaleando... tambaleé un poco pero no me caí. Bueno, estaba haciendo lo mismo pero con un idioma.

Tenía dos cervezas encima yo... me había hecho unos fideos con putanesca -de las mejores que hice hasta ahora me quedó- por lo que durante la cena había tomado lo que había sobrado del vino que use para la salsa -¿un poco más de media botella?- y para cuando se acabaron las cervezas, no me quedó más remedio que darle una nueva oportunidad al Fernet con coca. Después de disculparme diciendo que uno me gustaba, le dije a una chica de Rosario que estaba en la ronda que me preparara uno. No sé si lo habrá hecho bien o mal y tampoco recuerdo cuantos tomé. Pero en ese estado logré pegarle más o menos coordinadamente a los 4 acordes (Si, Fa, Re, Mi) de la versión bluseada de Hit me baby one more time, como la toca Travis cuando una guitarra criolla cayó en mis manos. Unos cuantos cantaron... Evidentemente, estábamos todos diez puntos.


La guitarra iba pasando de mano en mano, lo mismo que las botellas y los vasos. En algún lapsus de lucidez me percaté que mi habitación estaba escaleras arriba y que si tenía algún tipo de expectativa de dormir en una cama, debía comenzar el ascenso cuanto antes. De modo que no fue ni el glarciar martial, ni el huemul ni ningún otro sendero que subí en el Chalten lo más dificil que subí, sinó esa escalera hasta la habitación 26 aquella noche. Como siempre, estaba de guardia el Dr. Ferrum. La mañana siguiente fue deliciosa. Un poco de arroz con queso, 7up... lo usual.

Después de almorzar, me enteré que Carlos estaba en Rawson. De manera que volví a la ruta 3, pasé por la casa de su suegra y nos fuimos a Playa Unión a que nos sople el viento y a presenciar la playa con mar de fondo. Tomamos unos mates, nos tiramos unos chismes laborales y juntamos coraje para meternos al agua. Al fin de cuentas, para eso habíamos ido. Claro, una vez más, como había pasado en Monte Leon, cuando el agua llegó a la sala de máquinas, aborté la misión.


De regreso en Rawson, una nueva ronda de mate, esta vez con Karina -la mujer de Carlos- para recuperar un poco de calor y vuelta a Madryn con un camión de juguete que le regalaron al hijo de Carlos para el cumpleaños y que ellos no iban a poder llevar en el avión en una bolsa en el asiento de atrás.

Como los efectos de la noche anterior todavía estaban latentes -uno puede sentirse de 20 años, pero el hígado no miente la edad- esa noche fue coquita zero. Zero azucar, Zero alcohol. Y si bien no fue lo mismo, la pasé muy bien hablando con Adelein, una chica francesa, su amiga Stephanie, Lupe, Alejandra, Mauro, Lucas -mis compañeros de habitación-, Jean, otro pibe frances...


Acordamos ir al día siguiente a península Valdes. Yo iría con Adelein y Stephanie. Mauro y Lucas con Lupe y Alejandra. Al fin de cuenta -les dije- mi auto es francés, me voy con las francesas. El de ustedes es un Volkswagen... ¿No cierto que tiene lógica?

miércoles, 2 de febrero de 2011

Dias 24 a 29: Puerto Madryn (1)

Ni bien se hicieron las 7 me fui al hostel. Me habían dicho por teléfono que a esa hora ya podía ir. Antes me tomé un café con leche en el ACA, lo cual resultó un gasto inútil ya que cuando llegué a El Gualicho me dijeron que si bien la cama no iba a estar libre hasta la una, podía quedarme y tomar el desayuno. Como tenía que aguantar hasta esa hora despierto, me clavé tres café más.
Noté que había un anuncio sobre un asado en el hostel, al que decidí apuntarme porque era una buena oportunidad de conocer gente. Cuando por fin me dieron el verde para poner mis cosas, bajé todo -pude dejar a Clemente en el estacionamiento del hostel, que queda en el centro donde cobran estacionamiento- y me preparé alguna cosa de comer. En vez de irme a dormir, decidí salir a caminar un poco por la Madryn.

Es raro volver a una ciudad de turista en la que A) ya estuviste B) estuviste en inverno C) estuviste con tu pareja.

En verano tiene otros atractivos que compensan la falta de ballenas: El obvio, la playa. No es mi favorito. Ir a la playa solo tiene poca gracia. Pero caminé bastante por la playa, que es lo que más me gusta hacer -además de tomar mate y comer churros, claro- en la playa. Seguido de la playa viene el buceo. No es para mi. Si bien el proceso de downsizing avanza, todavía no quepo en un traje de neoprene y el agua está lo suficientemente fría como para que sea necesario usarlo. Una picardía, porque me hubiera gustado. Hay algunas excursiones de avistajes, aunque solo una sale de Madryn y son los muchachos del proyecto Iris que salen a hacer avistaje de delfines. Excursión que decidí tomar. Después quedan Punta Tombo y Peninsula Valdes. El atractivo de Punta Tombo son los pingüinos, que ya había visto en Monte Leon. Y -para mí, claro- el atractivo de la península era la playa de Puerto Pirámides, también conocida como la mejor playa de la patagonia, con merito propio para que sea así.

De modo que esa tarde caminé un poco, contraté la excursión para las 8 de la mañana del día siguiente y, siguiendo lo que alguna vez dijo mi profe Eduardo Esarte sobre como encontrar la radio de un pueblo, mirando donde estaba la antena llegué hasta los estudios de LU17, Radio Golfo Nuevo. Me presenté, como en todas las otras radios en la que había estado, diciendo que era estudiante del ISER y me hicieron esperar un poco en una recepción. Creí por un momento que no me iban a dejar entrar. La chica que me atendió avisó de mi presencia via IRC y después de un rato, me hizo pasar directamente al estudio de la radio donde me recibió el conductor del programa que me preguntó -y anotó- mi nombre y empezamos a charlar -estaba en una pausa el programa- sobre mi viaje, sobre mis visitas a las radios y todo eso. Realmente le interesó lo que yo le contaba, tanto que cuando estaba por volver al aire, me dijo escuchá por aca -tienen medio auricular para monitorear, sin vincha, para sostenerlo con la mano. Instintivamente manoteé el celular y lo puse en silencio justo cuando la luz de aire se encendió. El conductor contó que yo estaba en el estudio, resaltando lo importante que era que me interesara en las radios patagónicas, porque las radios patagónicas cumplen una función social muy importante, y me tiró algunas preguntas que contesté al aire. Me quedé todo el bloque, contando no solo lo de las visitas a las radios sino también sobre el viaje en sí, después de un móvil   con el secretario de turismo de Madryn.



El asado comenzaba a las 21:30. En el quincho del hostel se había preparado una mesa larga para todos los comensales, que seríamos unos 20... o algo así, la mayoría un grupo bastante grande de españoles. Gente grande, que pronto se pondría bastante alegre entrándole al tinto por aquello de que "al que no le gusta el vino es un animal"
Quedé sentado junto a una parejita australiana y frente a un chico sueco, Harris que vino a romper el mito que todos los suecos son rubios y altos. Harris no era ninguna de las dos cosas.
Les di una clase gratuita de como se debía hacer y comer un choripan, que todos los extranjeros apreciaron de buen modo al punto que todos estaban con un choripan en la mano disfrutando de aquello que para nosotros es tan común.

Tinto mediante, nos pusimos a hablar con Harris. Nos contamos de nuestros respectivos viajes, le recomendé para donde seguir porque no tenía todavía claro, yo le conté de donde venía y en eso estábamos cuando del grupo de los gallegos uno me señala con la mano al grito de: ¡Qué tu eres vasco!

-No, no soy vasco
-Pues na, hombre... que tienes toda la contextura de un vasco. ¡Que tu eres vasco!
-No, me llamo Adrian, soy de Buenos Aires... nací acá, en Argentina.
-Y cual es tu apellido. -Le digo mi apellido y replica- ¡Qué te lo has cambiao!
-Dejalo tranquilo al muchacho -intervino una gallega- no ves que no es vasco
Aproveché para buscar en mi porta documentos, mi registro de conducir y se lo di a la señora que tenía más o menos un poco más de grado de sensatez
-Ves, aquí lo dice clarito: es de buenos aires y es argentino
-Que es vasco -insistía el loco, calculo yo que fruto de la mamua que le habia provocado el tinto

Me tocó levantarme bien temprano, para ir a la excursión. Además, con la noche anterior hecha en el auto, dormir en una cama estuvo muy bueno. La excursión comenzó por visitar un barco semi hundido, después unos nidos de cormoranes y más tarde una lobería. A partir de ahi, el piloto del bote y su asistente empezaron a buscar delfines en el medio del golfo. Debo confesar que tenía pocas esperanzas de verlos, porque veía cierta preocupación en la cara de los dos "expertos" que buscaban en el horizonte con binoculares. Finalmente, aparecieron. Alguien de los que venía en el paseo los vió por el lado de popa, de modo que giramos y fuimos hacia ellos.

Tal como me había pasado en 2007 con las ballenas, no había un par de delfines, había montones y parece ser que también es curioso y le llamamos la atención de modo que se acercan al bote, saltan, nadan, dan vueltas una y otra vez como diciendo: ¡¡¡HUMANOSSSSSSS!!!

Cuando nos alejamos de ellos, y volvíamos a puerto, me hice flor de siesta... ¿Saben? Dormir acunado por las olas es genial.

lunes, 24 de enero de 2011

Días 21, 22 y 23: De la montaña al mar.

Siempre que se trate de recorrer aunque sea parte de la RN 40, es una emoción. Un touch and go como diciendolé a esa larguísima ruta: Ya vas a ver, esperá que ya vuelvo. Al menos ya decidí que el recorrido lo voy a hacer en sentido Sur-Norte. Pero nada más.
De todas formas, el tramo que hice fue corto... Tomé la provincial 23 hasta la RN40 y de ahí hacia el norte hasta el empalme donde acaba la RN288. Esta ruta de estar asfaltada tendría un transito increíble. Calculo que unos cuantos intereses deben estar jugando para que no se la asfalte -se está haciendo... hay 35 km antes del cruce con la RN3 asfaltados- pero acortaría el viaje en auto hacia El Chalten y El Calafate en unos 500km, sin la necesidad de pasar por Río Gallegos.

La ruta cruza prácticamente en línea recta desde Tres Lagos -apenas un caserío y una estación de servicio bandera blanca, hasta Puerto Santa Cruz, saliendo a la RN3 unos km antes del puente sobre el río Santa Cruz en Comandante Luis Piedrabuena, que era mi destino inicialmente aunque después de hablar con las chicas que eran de P. Santa Cruz, me decidí hacer los treinta y pico de km más y llegarme hasta ahí. Fue una buena opción.

Después de noches de hostel durmiendo con las israelies que hablaban dormidas, la coreana y la yanqui que roncaban como motores fuera de borda y por sobretodas las cosas, el ruido del viento a la noche, parar en la Hostería Municipal, ex- ACA fue un bálsamo. Me bañé, miré un poco la tele y fui a cenar la especialidad de la zona: El róbalo.

Cuando volví de cenar tenía un mail de Willi, uno de los hijos de Marcelo del hostel Lo de Trivi -yo le mandé un mail avisando que había llegado bien- en donde me decía que Paulina y Luciana, que habían dejado El Chalten un día antes que yo estaban en Piedrabuena y que pensaban visitar el Parque Nacional Monte León. ¿Me las cruzaría?

Arranqué después del desayuno hacia el parque. El tercer parque nacional a visitar en el viaje. Este parque -el único costero- es bastante reciente. Unos yanquis compraron la estancia Monte León y la donaron a la Administración de Parques Nacionales. Tiene para ver bastante fauna, incluida aquella que no nos gustaría encontrar: Al registrarme para el ingreso al Parque, fui instruido sobre como actuar si me cruzaba con un puma. Por lo demás hay lobos marinos, choiques, guanacos y por supuesto, pingüinos.

Hice el trayecto hasta la entrada al parque -son dos entradas, una para registrarte con el guardaparque (la entrada es gratuita) y la otra que es la entrada posta- y de ahí al mirador Cabeza del León, una curiosa formación creada por la erosión que dejó la silueta de un león recostado con la cabeza erguida.

De ahí seguí al inicio del sendero de la pingüinera. Mientras me preparaba para hacer el recorrido -junté un par de piedras como me dijeron que haga por los pumas, me cambié las zapas- llega una combi en donde efectivamente, venían Luciana y Paulina... (En escenarios solitarios, la gente se abre un poco más y hasta dos pobres millonarios se pueden encontrar) Bueno, ninguno de los tres es millonario, pero nos encontramos en un lugar solitario y nos quedamos juntos hasta que terminó el día.

El PN Monte León fue una gratísima sorpresa. Los pingüinos, el parador impecable, la playa y el viento... ese viento que no te deja caminar y que te pega en la cara como con bronca. A pesar de eso, intenté meterme en el mar: imposible, cuando el agua llegó a la sala de máquinas -no se si me explico lo que les quiero significar- salí despedido hacia la playa nuevamente. Nos quedamos charlando con Luciana y Paulina en la playa y después -ellas en la combi y yo con Clemente- fuimos hasta el mirador de la lobería. Cuando estaba llegando, me crucé con una de las guardaparques -que lo conoce a mi viejo amigo Maurico Berardi de mis años de adolescencia, porque estuvimos un rato hablando después- que me advirtió que el sendero de la lobería tenía demasiado viento y que iba a buscar el cartel para cerrarlo.

Como yo me había adelantado -y la combi primero fue a hacer la parada al mirador de la isla que yo ya había visto- creí que me iba a quedar trunca la despedida con las hermanitas de Bolivar, pero no sería así.

Logré hacer la pasarela. Lo logré y me costó en serio. Soplaba muy fuerte el viento -recomiendan no acampar si uno no está seguro que la carpa a usar soporta vientos de más de 60 km/h

Después de la despedida de las chicas y del parque, retomé la RN3 hasta San Julián. Estaba cansadísimo y el viento patagónico -a que negarlo- me había llenado un poco la paciencia.

Mi noche en San Julián fue poco productiva... volví a comer róbalo, esta vez al roquefort y saqué un par -2- fotos muy bonitas. La parte mala fue que tratando de conseguir un locutorio para llamarla a Clara y saludarla por su cumpleaños me tropecé en la calle y me pegué un palo ridículo, considerando todo lo andado hasta el momento. Me golpee bastante la rodilla derecha y el codo izquierdo. Nuevamente de postre, Voltaren

Después de desayunar en la Posada de Drake -muy bonita, por cierto- me salí nuevamente a la ruta para ir hasta el Monumento Nacional Bosque Petrificado. No es Parque Nacional, pero lo administran y tienen guardaparques.

Para llegar hay que salirse de la RN3 y soportar un ripio de 50km en un estado deplorable que por estas horas creo que se cobró como víctima parte del escape del auto.

Después de recorrer los senderos y contemplar los árboles vuelto piedra, retomé los 50km interminables -2horas- con rumbo norte hacia Caleta Olivia con la idea de pasar la noche ahí -tenia hasta recomendaciones de donde parar- y al dia siguiente ir para Puerto Madryn.

Llegué a Caleta a las 5 de la tarde. Hacia un calor terrible, toda la gente estaba en la playa -aunque no se veían personas metidas en el agua- y todo estaba cerrado. No me gustó como para quedarme y decidí seguir viaje. Claro que lo siguiente era la temida y salteable Comodoro Rivadavia. Me dije: Bueno, sigamos hasta Garaydale -hay un ACA- y de ultima hacemos noche ahi. Llegué a Garaydale como a las 8. Pequeño detalle: No tenían nafta. Entonces hice 50km más hasta Uzcudun, donde al ir acercandomé la Shell con todas las luces apagadas me dio un poco de temor. Pero estaba abierto -por un rato más. Cargué nafta y decidí que por lo que faltaba, seguía hasta Trelew o Rawson. Y cuando estaba a 20km de la rotonda de Rawson, cambié otra vez de idea y estiré el recorrido hasta Puerto Madryn.

Fui al ACA, me comí una hamburguesa y como no me habian contestado del hostel de la cadena Hostelling, estuve anotando info sobre otros hostels -hay muchos- aunque a eso de las 2 de la mañana pegué un llamado a El Gualicho -el hostel asociado a Hostelling- y me dijeron que para hoy tenían camas. Volví al ACA y por tercera vez en el viaje, dormí en el auto.

sábado, 22 de enero de 2011

Días 16 a 21: Un lugarcito en el mundo.

Voy a confesarlo redondamente. Salí de El Calafate con tres días reservados el hostel "Lo de Trivi" en El Chalten con esta torpe idea en la cabeza: descansar, hacer la excursión al glaciar Viedma y caminar por el pueblo. Con el correr de mis días en El Calafate había escuchado algunas cosas sobre El Chalten, pero ni por asomo me podía imaginar con lo que me iba a encontrar.

Primero empecé por restarle importancia al hecho de manejar por la Ruta Nacional 40, cuyo recorrido completo es un objetivo a realizar en el futuro, aunque confieso que en una parada técnica consideré seriamente la idea de agravar el delito de orinar en la vía pública y llevarme uno de los carteles indicadores de la ruta.

Todo el tramo de enlace de la RN40 está asfaltado -actualmente, hasta la entrada de Tres Lagos, donde finaliza la RN288- y los paisajes que se empiezan a abrir a medida que se deja atrás el lago argentino y se llega al lago viedma son de locura. La ruta tiene indicados los paradores con puntos panorámicos, con lugar para estacionar y apreciar un paisaje de no creer.

En uno de esos paradores, me crucé por primera vez son Naranjito. Naranjito es un Citröen 2CV, modelo 79 según me dijo su conductor quien junto a un amigo está recorriendo el mundo partiendo desde Galicia, España. El diario de viajes puede leerse en el blog La voz de Galicia, aunque al día de escribir yo esto, está un poco desactualizado -Sin notebook ni wifi, los 15 minutos de internet en El Chalten costaban 3$-



Naranjito y Clemente se dedicaron a compartir la ruta, pasandosé mutuamente mientras sus conductores hacian sonar sus bocinas y se sacaban fotos. Creí perderlos cuando en el cruce de la provincial 23 y la nacional 40 siguieron por la 40, pero horas más tarde los vería ya instalados en un camping en El Chalten.

El Chalten está en un valle que aparece un poco de la nada, cuando uno ya pasó la entrada norte del Parque Nacional Los Glaciares -aca no cobran los 40$ de entrada- y ya se asombró con la vista a la distancia del glaciar Viedma (El segundo en tamaño dentro del PN atrás del Upsala... para que se hagan una idea: El Viedma tiene 5 veces la superficie de la ciudad de Buenos Aires... 1000 Km2.)

Desde el mirador, desde una meseta elevada, se puede ver todo el pueblo y los dos ríos que lo bordean: El Fitz Roy y el Río de las Vueltas y por supuesto, el cordón andino 



Y fue cruzar la ruta, entrar al pueblo y quedar fascinado por el lugar.

Todo el mundo camina en El Chalten. Claro, no por nada es la capital nacional del trekking. Solos, en grupos, todos andan cargando sus mochilas y se van a meter en las montañas para volver al día siguiente. Y uno en auto se siente mal, tan mal que olvida por completo donde está yendo y hasta donde queda el hostel y es la excusa perfecta para dar una primera vuelta por El Chalten, por esa avenida San Martín y dejarse llevar por el Backpackers Parade.

Durante el almuerzo me puse a hablar con tres chicas que estaban en El Chalten desde hacia unos días pero se habían cambiado de hostel porque donde estaban era de terror. Hablamos de qué hacer y mencionaron algunas cosas que ya habían hecho. Como yo recién había llegado, me fuí al centro de visitantes del Parque Nacional. Me indicaron los senderos que se puede hacer... como pueden ver


Como estaba cansado de manejar, pero queria empezar, arranqué por los dos senderos cortos que nacen desde el centro de visitantes: El sendero de los cóndores y el sendero de las águilas. En este último me encontré con Daniel y Nadia, que habían salido de Buenos Aires en avión a Ushuaia y que a partir de ahí hacian dedo. Tomamos unos mates, nos contamos un poco nuestras vidas pasamos un lindo rato en la cima del cerro.

Bajé y me encontré con las chicas del hostel -sin nombre todavia para mí- que estaban viendo que hacer esa tarde, aunque estaban cansadas porque el día anterior habían ido a la laguna de las tres y habian quedado muy cansadas. Yo me fuí para el sendero más sencillo que hay para hacer en El Chalten: La cascada del río Chorrillo del Salto. Son solo 3km desde el Chalten, todo plano y sin dificultad alguna, pero muy lindo de ver.

De regreso en el hostel, hablando con una de las chicas -ya me había enterado de los nombres y unas cuantas cosas más- quedamos en hacer al día siguiente el recorrido hasta Lago Argentino. Me cené lo que me quedaba del mediodía y me fui a dormir. Estaba cansado.

Al día siguiente me levanté y Evelina estaba tomandosé unos mates. Paulina y Luciana dormian. Habían salido a La Tanguería, lugar que no pude llegar a conocer. Tardaron bastante en levantarse, tiempo que le dedicamos con Eve al mate. Yo tampoco me podía ir, porque tenía que cambiar de pieza. Había pasado la noche con una pareja israelí en una pieza de tres camas. Pero la mia era una de seis camas que compartiría con unas chicas israelies y una yanqui -Alison- y una coreana, pero que llegarían más adelante.

Mientras fueron amaneciendo Paulina y Luciana, me fui a tratar de conseguir un morrón para hacer un guiso de lentejas. No hubo forma. Fui a la secretaria de turismo a pedir un plano en donde me marcaron todos los supermercados -Aparte de La Tostadora Moderna- pero no hubo caso. Asi que el guiso salió sin morrón. Es lo que hay.


Finalmente, después de almorzar arrancamos para Lago del desierto. Son 38km desde El Chalten por una ruta de ripio increíble que va copiando y saltando el río de las vueltas, que nace en el lago. Pasamos por cascadas, por lugares históricos -donde se realizó un enfrentamiento en 1965 con un grupo de carabineros chilenos que invadieron nuestro territorio- y por muchas subidas y bajadas que hace la ruta dando unas vistas fabulosas del valle.



Llegamos al lago y nos fuimos primero al mirador, un pequeño cerrito. Despues -siempre bajo la lluvia- hicimos la caminata un muy lindo recorrido por el bosque y por la orillas del Lago Argentino. Pero fue la antesala para el plato fuerte del día: Ascender al glaciar Huemul.

Este sendero se hace desde un campo privado -está fuera del Parque Nacional- y se parte desde un camping organizado por lo tanto hay que pagar un derecho de pase de 18$.

Hicimos el ascenso y fue genial. Si bien no es muy largo ni empinado, la lluvia complicaba un poco el trayecto. En lo personal, me había olvidado el capote de lluvia y el buzo. Estaba en remera y campera. Me empapé. Pero lo disfrutamos como locos. La vista final desde el final del sendero, donde se abre el bosque y aparece el lago Huemul y el glaciar es impactante.

Pero llovía y estaba bastante fresco de manera que después de las fotos nos volvimos al auto y a cubierto nos tomamos unos ricos mates con unos más ricos chipás.

Volvimos al hostel y después de un baño reparador, nos fuimos a La Vinería donde después de esperar bastante le entramos a una picada calidad 5 escarbadientes y unas cervecitas para acompañar.

Al día siguiente me equipé para hacer mi caminata personal por los senderos de El Chalten. Elegí hacer un circuito redondo, pasando primero por la laguna Capri, de ahi seguir por el sendero hacia el campamento Poincenot donde este se une con el sendero que viene de las lagunas de la Madre, la Niña y la Nieta. Este sendero en el otro extremo se comunica con otro sendero, que parte desde El Chalten y va al cerro Torre y al campamento D' Agostini. Mi recorrido entonces fue ese: 22 Km que -según los horarios de la primer y la ultima foto, me tomó más de 7 horas. Salí con calor, sol, en remera... terminé con el buzo, el capote, embarrado hasta la rodilla -cuando me sali del sendero mal marcado-. Caminé mayormente solo, me fui encontrando siempre con extranjeros, israelies casi todos, algunos alemanes y un grupete muy lindo de tres italianos -Dos señoras y un señor- bastante grandes que se pusieron muy contentos cuando les dije exactamente con el GPS -menos mal que lo llevé- cuanto les faltaba caminar.

Cuando llegué a la bifurcación del sendero a D' Agostini, mientras tomaba lo ultimo que me quedaba de agua, pasó un grupito de chicos argentos a los que me sumé para hacer ese ultimo tramo. Eran de almagro. Una de las chicas tenía una zapatilla reventada, pero era la que iba adelante... yo recién tomé la delantera cuando faltaba poco por llegar a El Chalten.

Llegué destrozado al hostel. Me dí una ducha, me comí ya no me acuerdo qué y me fui a dormir. Por cierto, después de pasar bastante de frío -a pesar de estar al lado de la estufa- me puse la bolsa de dormir en la cama. Eso me solucionó lo del frío, pero no el ruido: Por un lado el viento. Impresionante el sonido causado por el viento patagónico. Por el otro lado, las chicas israelies que se hablaban de cama a cama toda la noche estando dormidas. Por otro... Alison y la coreana roncaban no saben como... Más que yo, sin duda. Y los que me conocen saben de lo que hablo.

Con la cena me mandé dos Voltaren, más que nada para prevenir lo que supuse iba a ser mi estado al dia siguiente. Fue efectivo. No digo que me levanté fresco como una lechuga, pero estaba bastante bien. De todas formas, mi plan era ir a hacer la excursión al Lago Viedma y la navegacion al glaciar, pero no conseguí lugar.

Paulina y Luciana se iban. Evelina se dió el gusto de quedarse -aunque tuviera que dormir en cualquier lado por una noche- y habían llegado tres chicas, criollas como las empanadas, de Puerto Santa Cruz con quienes de ultima me iba a enganchar para hacer de nuevo el chorrillo del salto, esta vez a en serio -es decir, sin ir con el auto los primeros 2 km- Pero el día estaba horrible. Llovia bastante, hacía frío... y estabamos viendo que hacer cuando volvieron Luis y Dolo, que habian hecho noche en el Cerro Torre y Luis nos dió la solución: Torta fritas.

Compramos 2 kilos de harina y un kilo de grasa. No sé cuantas tortas fritas hicimos, pero todos los que estaban en el hostel comieron torta fritas. Las israelies, Alison, los gallegos, Marcelo -el dueño del hostel-, la mucama, el marido de la mucama...

Despues salimos a dar una vuelta bajo la lluvia. Yo quería aprovechar mi última tarde en El Chalten a como sea y me preparaba para ir a comer cordero a la noche.

Fui la parrilla y cuando ya estaba sentado y me habían traído el servicio de mesa y ya habia pedido una sopa de cebollas -entrada- y un goulash de cordero -principal- se corto la luz en todo el pueblo. De modo que volví al hostel. La cena de cordero se acababa de transformar en una lata de viandada que tenia en la mochila. Cuando la fui a buscar -la tenia en la mochila en la habitación, junto con la linterna y la llavecita para abrir la lata- me crucé con Alison. Nos quedamos hablando más de una hora en la oscuridad. Ella viajaba a Buenos Aires y le recomendé algunos lugares para ir y me empezó a preguntar sobre Malvinas. Fue una charla muy buena, donde -según ella dijo, lo juro- hablé muy bien en inglés. Todavía asombrado volví al living donde Evelina y las chicas de Santa Cruz -Flor, Constanza y Laura- se preparaban para jugar a la generala a la luz de unas velas aromáticas.

Cené, tomé cerveza mientras ellas tomaban Fernet -que cosa, sigue sin gustarme- y como tenía que manejar al dia siguiente mucho, me fui a dormir. Era el final de un día de esos que valdria la pena volver a vivir.

Me levanté, tomé unos mates y después de saludar a todo el mundo, a eso de las 10 y después de pasar por Vialidad Provincial a preguntar el estado de la ruta nacional 288 -de ripio, pero que acorta el viaje hasta Comandante Piedrabuena en casi 500 km menos que pasando por Rio Gallegos- dejé El Chalten.

lunes, 17 de enero de 2011

Dia 12 a 16: Resumen de mis días Kalafateños

Llegué al Calafate sin muchas más novedades, sin ningún inconveniente como los que había tenido para cruzar desde la isla.
Tenía averiguado un par de hostels, que pensaba confirmar el día anterior desde Río Gallegos, cosa que no pudo ser dado que a la hora que llegué no tenía como. Así que fui al único que me habían dicho que tenían lugar. Un muy bonito lugar –que incluso tenía muy buenas referencias en Internet, pero que me pareció caro y por otro lado, estaba en un lugar bastante alejado, sobre una colina casi saliendo del pueblo.

La primera impresión que tuve de El Calafate fue muy similar a Puerto Iguazú, sobretodo por el boulevard de la Av. San Martín, la principal.

En ese primer Hostel que fui –América del Sur– tuve la sagacidad y la lucidez de fijarme cual era la clave de Internet, de manera que fui al auto y me fijé on line los otros hostels que podía ir.

Fui a uno que evidentemente está orientado para gente de la cole. Muy barato, todos los carteles en hebreo y me trataron realmente mal, debo decir con bastante bronca. Casi pegado hay un hostel asociado a hostelling, pero no tenía lugar. De todas formas, se comunicaron con su “sucursal” y hacia allí fui.

Un hostel enorme, pensado en su construcción como hostel –no una casa adaptada– con un comedor muy grande y cómodo, con una cocina un poco más incómoda –en comparación del comedor y la gente que había–, baños tipo vestuarios… muy lindo.

Caí nuevamente en la habitación 12 –lo mismo que en Rio Grande, en Ushuaia y en Rio Gallegos–, una habitación con dos camas cuchetas en donde me enteré que estaba una pareja brasilera que se iba al día siguiente. Apenas si hablé con Felipe y Ana –los brasileros– que se volvían a Buenos Aires.

Fui hasta la oficina de turismo a anoticiarme de algunas cosas que no figuraran en la folletería que yo tenía. Nop, me volvieron a dar el mismo folleto y no logré la chica que atendía comprendiera que no quería que me recomendara una empresa de turismo, sino una excursión.

Caminé un poco por el centro. Lo cierto es que no hay mucho para ver… apenas algunos negocios –otra vez las piedras– y chocolate –que no probé ni compré– ropa –carísima– y casas de productos de camping, también a precios locos, salvo, las zapatillas línea Hi–Tech y Salomón.

Volví al hostel y me puse a tipear las aventuras y peripecias vividas para cruzar desde la isla que ya leyeron.

Estaba bastante cansado, así que me fui a dormir… al día siguiente me esperaba el Parque Nacional Los Glaciares, a 80 km

Tan entusiasmado estaba de ir que salí casi sin nafta. Bobo. Así que nada de paseos extra… sólo el parque y nada más.

Me había llevado unas empanadas que había comprado el día anterior –y que habían sido también mi cena– y una Coca Zero para tener para almorzar.

La entrada al parque es bastante cara: 40$ para argentinos, 27 u$s para extranjeros y lo que ofrece el parque, entrando desde El Calafate es llegar –con el auto– hasta un estacionamiento –20 km más adentro– donde o bien se puede empezar a recorrer las pasarelas que llevan a ver el glaciar Perito moreno desde el lado norte o bien tomar un servicio de combis –sin cargo– que te llevan desde el estacionamiento hasta la parte superior de las pasarelas desde donde se accede a la vista más famosa del glaciar, con la zona donde se produce el rompimiento cada tanto.

Opté por caminar desde el estacionamiento y al llegar a los balcones superiores e inferiores, subí a tomar la combi de regreso al estacionamiento. Comí mis empanadas y me fui hasta el puerto de las sombras desde donde parte una excursión que navega hasta la cara sur del glaciar por módicos 50$ con aproximadamente una hora de navegación.

Bastante agotado –las pasarelas son fenómenas de cómodas, pero no dejan de ser escaleras y quizás cansa más eso que un sendero agreste –se veían los restos de los viejos senderos por debajo de las pasarelas–

Volví a El Calafate y cargué nafta. ¿Mencioné que me gusta mucho lo de la nafta a 3.267?

Ya tenía contratada la excursión Todo Glaciares, de la que seguramente habrán visto las fotos en Facebook y el video en youtube.

De nuevo en el hostel, mi nuevo compañero de habitación era un ponja con quién no compartí palabra, pero después de comer cuando fui para la pieza además del ponja, habían llegado dos alemanas con quién me puse a charlar un rato, no mucho porque tenia que levantarme a las 6 de la mañana para ir hasta el puerto bandera y al ir con el auto sin pagar el transfer, me ahorré 65$

Lo de la excursión Todo Glaciares, fue sensacional. Un recorrido de 7 horas entre icebergs, con unas vista increíbles a cada momento. Viajé prácticamente todo el tiempo en la cubierta de proa, aguantando el frío todo lo que podía. El catamarán Quo Vadis es un terrible bicho que me preguntaba como había llegado hasta el lago. Fue navegando desde el delta –donde lo construyeron hasta puerto Santa Cruz en donde lo sacaron del agua y lo llevaron por vía terrestre. Una locura.

Pensaba en volver a la parte del parque donde están las pasarelas, pero preferí volver a El Calafate, donde visité la radio LU23, Radio Lago Argentino.

De nuevo en el hostel, me dejé el día siguiente para recorrer el pueblo. Mal hecho… No hay nada para hacer. Recorrí las afueras, bordeé el lago por la costanera, fui hasta la laguna Niñez… por ser domingo los museos estaban cerrados… una estupidez. Incluso estaba cerrado un paseo que hay en el predio de la administración del parque nacional y que lucia muy bonito desde fuera de manera que decidí darme alta panzada de cordero patagónico.

El resto del día descansé… tomé mate en el hostel, hice videos y me fui preparando para dejar El Calafate y seguir para El Chanten.

viernes, 14 de enero de 2011

Dias 5 al 12: Crónicas fueguinas

S52º30'06.6" W69º31'15.1

Aquí estoy. Podría escribir alguna historia genial hoy, pero don Julio Florencio ya lo hizo. Él la tituló "Autopista del sur" y narraba un atascamiento de tránsito en una ruta del sur de Francia. En éste lugar donde estoy las monjas no viajan en un viejo Renault Dauphine sino en un Audi A4 blanco y lejos está éste lugar de ser Francia: Es Chile. Lo que sí, estoy al sur. ¿Cuán al sur? Estoy a 900 metros del Estrecho de Magallanes, en Bahía Azul, una de las dos puertas de entrada a la isla Grande de Tierra del Fuego, en la región XII de Chile, la región de Magallanes o, como la ha llamado un "auditor" -oyente- de Radio Pingüino (590 KHz): La República Independiente de Magallanes que, desde ayer, se ha paralizado por una protesta social contra la medida del gobierno PRO de Pineda de aumentar el gas en 16.8%.
Y ahí de desató la ira popular en toda la región. Y para colmo ayer murieron dos chicas atropelladas por una camioneta que quiso pasar a toda costa por una barricada en Punta Arenas, ciudad que hoy, junto con Puerto Natales y todas las demás de la región está sitiada, con aeropuertos tomados, caminos cortados y puertos bloqueados. Y por eso acá estoy: 18:08 y soy el auto 110 -según me anotició un compañero de fila que los venía contando desde la cabecera que da al mar



Estoy parado en la calzada de la ruta y sobre la banquina viene la fila de camiones, también desde la cabecera y mucho más larga que la de autos. A esta hora, acaban de llegar las dos barcazas desde el continente pero no las dejan desembarcar, al menos eso dicen por la radio. Carabineros nos dijo hace un rato que a las 19 iban a empezar a dejar pasar los autos, claro que eso no depende de Carabineros. El panorama no es muy bueno: El gobierno -muy PRO- se niega a negociar.

Tomo mate. Tengo agua mineral, una coca y un sandwich de milanesa que metí de contrabando en la mochila, pues no debería haberlo pasado. Lo bien que hice en pasarlo.

Mis opciones son dos: o me quedo acá esperando que nos dejen pasar o volver a Río Grande, es decir, volver a hacer un tramo de 238 km de los cuales 100 son de ripio. Prefiero esperar. Río Gallegos está a sólo 128 km. Hacerlos no será difícil, pero lo que va a ser otra tortura van a ser las aduanas.

A la salida de Río Grande un gendarme me dijo que había problemas en Chile. Me dijo que estaba cortada la ruta en el Cerro El Sombrero, lo cual lo hacia esquivable por un camino alternativo. Pero no: han aislado la isla.

Lindo quilombo armaron -le dije a un carabinero al que le pregunté a que hora oscurecía y a que hora salía el sol sospechando una noche en el medio de la ruta. Asintió con la cabeza.
Eso es lo que pasa por votar a la ultraderecha -volvió a asentir con la cabeza el carabinero.

Volvamos a revisar mi lista: tengo galletas, paté, arroz, caballa y alguna lata más. Una noche paso sin problemas.

Si la balsa se carga normalmente, carga unos 20 autos aparte de los camiones y micros. Eso me pone con suerte en la quinta o sexta balsa. A unos 40 minutos por cruce entre que van y vuelven, son 6 horas. Las balsas normalmente hacen el último cruce 23:45. Si empezaran a cruzar a las 19, tal vez tenga una chance. Siempre y cuando dejen pasar tantas balsas.

No hay señal de celular y fui hasta la orilla -donde hay dos paradores- y no hay teléfono. Resta esperar.

Había una hora de no retorno y ya la pasé. La aduana chilena de San Sebastian cierra a las 21 y mirando mis notas, me tomo llegar desde ahí hasta acá 2 horas 20 minutos. Son las 18:40. No me es posible ya regresar a Río Grande. Por otro lado, por Radio Pingüino repiten que a las 19 van a empezar a pasar todos los vehículos pequeños -no los camiones- argentinos que estamos aquí varados en Bahía Azul.

Todo parece indicar que voy a pasar otra noche en el auto como en Viedma. También dijeron recién en la radio que mañana no pasaría nadie hacia y desde el continente. Lo cual al menos, le da sentido al estar acá.

Prefiero no usar la luz del auto. Tengo 3/4 tanque de nafta por si hace frío tengo calefacción. De última, es nafta más que suficiente para volver a Río Grande mañana.

18:52. Llueve un poco. Es una garua de esas que no mojan. Por suerte no hay viento y tampoco hace mucho frío que digamos. Estoy en remera de hecho, lo que me aburre es el paisaje. No hay nada de nada. Sólo gente que se baja de sus autos y camina hasta la costa y vuelven. Ya lo hice y no fue tampoco muy entretenido.

Ahí vuelve la yanqui: Calzas negras, un gorro colla de lana con dos pompones a la altura de las tetas, medias de lana de colores y sandalias. Estaban adelante mío en la aduana de San Sebastián donde me compré el agua mineral y unas galletas por 16$ previendo esta situación.

Encontraron al tipo de la camioneta Toyota que atropelló a las chicas: José Sotomayor.

Ya son las 19 y de momento del otro lado no veo venir ningún vehículo de los que están en las balsas. Yo desde acá no lo veo, hay como una curva que me impide ver (vuelve a pasar la yanqui) La cosa viene pesada del lado chileno en Punta Arenas.

Ahí empiezan a pasar autos. Tocan bocinas, festejan. Todavía no se dan cuenta que no llegan a tiempo a la aduana de San Sebastián, pero ya cruzaron. Estoy esperando que vuelva la yanqui para sacarle una foto a sus sandalias.

Hoy no almorcé. Me compré unos pretzels en La Anónima. El almuerzo iba a ser en el ACA de San Sebastián, esa milanesa. Pero después todo se fue estirando. Salí a las 8:30 de Ushuaia y llegué en 2 horas y un poco a Río Grande, pero entre cargar nafta, ir al súper y buscar liquido refrigerante para el auto -ya tengo la foto de la yanqui- terminé saliendo como a la hora de haber llegado. No hubiera cambiado mucho, en vez de se el auto 110 estaría un poco más adelante.

Tengo material para el blog de mi estadía en Ushuaia que voy a empezar a escribir ahora y después pasaré a la compu. Vamos por parte, volvamos al quinto día de viaje, el 6 de enero.

Esa noche la había pasado en un hostel en Río Grande, muy lindo, donde casi todos los que paraban era gente que trabajaba en Río Grande. Un pibe de Córdoba, un porteño -ex alumno del Delpini- que vivía en Rosario pero que ahora estaba trabajando en la construcción de un jardín de infantes en Tolhuin, otro que -nos movemos, unos metros- trabajaba en una sucursal de Montagne y en general, todos sacan buena guita por unos meses y se vuelven o se quedan un tiempo más en otro lado. Todos muy prepotentes y cancheros y presumidos.

Dejé Río Grande con toda la calma, pensando en tomarme todo el tiempo del mundo para hacer el trayecto hasta Ushuaia. Paré en Tolhuin. Fui primero hasta el lago Fagnano. Tolhuin está en la cabecera del lago, es un pueblito muy chico y pintoresco, con casitas de madera y chapa, pintados de colores vivos, típica construcción fueguina.
Del paseo por la costa, volví a la RN3. Salí casi a 6km de pueblo de manera que regresé hasta el pueblo, fui a la oficina de turismo, pasé por la confitería La Unión -una institución en la isla- y me hice de unos chipas y dos churros. ¿El plan? Tomar unos mates en la costa del lago. De modo que volví hasta el lago Fagnano -sigo escuchando Radio Pingüino, el gobierno se niega a dialogar cn las asambleas populares- Ahí encajé el auto sin darme cuenta en un poco de pedregullo flojo. Unos alemanes que estaban pescando me empujaron un poco y salí sin problemas. Pude tomar mis mates en un lugar increíble.

Volví a la ruta por un trecho justo hasta el desvío que va hacia Aguas Blancas en la Reserva del Río Valdez. Sin mucha idea -porque el GPS no me marcaba el camino por el cual estaba yendo- llegué hasta el mirador del Cerro Jeujepen, una vista maravillosa del lago Fagnano. -Me muevo, 100 metros más- Volví pasando por Laguna Blanca. Fueron unos 40 km de recorrido por ripio con un paisaje increíble.

Salieron las dos balsas. No cargaron camiones. Solo los micros que estaban y algunos autos. ¿Volverán? No lo sé. Apagué un poco la radio. El cantito chileno y el sonido típico de la AM me estaba poniendo loco. Volvamos a la RN3, ese 6 de enero.
Se abrían los bosques fueguinos. Cada curva era un paisaje nuevo e increíble. Paré en un montón de lugares y siempre me cruzaba algún alemán viajando en sus camionetas con patente de la UE. ¿Por dónde pasaron? ¿Cómo llegaron?
Paré para ver el Lago Fagnano, el Lago Escondido y, desde Paso Garibaldi, ambos lagos. Volví a la ruta y esta vez pare en el puesto de Gendarmería que está en el mojón que indica los 3000 km de la ruta. Faltaba poco.

Llueve otra vez. Son casi las 20:00. Delante mío, el estrecho. Hace un rato zarparon las balsas. No las veo desde donde estoy. Si pasaron 80 autos, debería ser el auto 30 ahora. La milanesa de contrabando ya es historia. Ruta 3, dale.
Venía prestándole atención al GPS que me marcaba que faltaba menos de 1km para tomar una rotonda cuando pasé junto al cartel de madera que reza "Bienvenidos a Ushuaia, la ciudad más austral del mundo" pero no veía todavía la ciudad. Recién apareció al tomar una curva cerrada a la derecha y una nueva rotonda que indicaba Centro - Puerto y ahí sí, la ví, con sus casas bajas construidas sobre esa pendiente que desemboca en la bahía, con el puerto, y los cruceros, con el monte Olivia, con el glaciar Martial. Había llegado a Ushuaia. Tuve que frenar a un costado de la calle porque las lágrimas de emoción no me dejaban ver. Me calmé y cambié el destino del GPS al punto que en mi plan de viaje era la llegada: El ACA. Faltaban 25 minutos para las 16:00. Había manejado 3441 km, contando desde que salí de Buenos Aires la madrugada del 2 de enero.

Está volviendo una de las barcazas. No veo si viene cargada o no. Son las 20:10. Si todo sale bien, debería embarcar en ésta.

Del ACA fui al hostel Torre al sur, en la segunda paralela a la calle San Martín -la del centro- Claro que Ushuaia tiene la geografía típica de las ciudades lacustres del sur y la altura entre calles paralelas hace que las calles perpendiculares, sean REALMENTE perpendiculares. Por eso todo el mundo respeta la norma de conducción a rajatabla: El que sube, tiene prioridad, el que baja, también.
El hostel queda también subiendo una escalera desde el nivel de la calle. Me costaba más subir esa escalera -con los días- que los senderos que hacia paseando.
Al llegar me puse a tomar mate y charlar con una pareja brasilera -bajan y empiezan a pasar los autos que cruzaron en la balsa que llegó hace un rato– y después se nos unió Xavier –cargamos parece, estoy casi ahí en la balsa–

20:29. Estoy en la balsa. Quedé delante de todo para salir. Estuve un poco en la cubierta, pero hace mucho frío y llueve. Dicen que es la última balsa que cruza esta y que ahora hay un corte en el contienente. No lo sé. Ya veremos como viene el trayecto –si es que puedo hacerlo– hasta Punta Delgada y hasta las aduanas.

Me quedé en Xavier, un gaita que viajaba por América del Sur por un año. Más adelante me iba a dando cuenta que los europeos viajan por mucho tiempo.
No hice mucho más ese día, además de instalarme y descansar y prepararme para hacer los últimos 20 km de la RN3 hasta Bahía Lapataía.

Me levanté, desayuné y me preparé la ropa para ir al parque. El día estaba bastante feo, pero algo que tiene el clima de Ushuaia es que es muy cambiante.

20:40. Llegamos al continente parece. El ruido de las máquinas cambió y están bajando el portón. No salió mi fila primero, así que muchos picaron en punta para las aduanas.

21:30. Clemente marca 181289 y acabo de dejar la aduana chilena. Un trámite más y estoy de regreso oficialmente en Argentina.

22:40: Llegué al ACA de Río Gallegos.

Llegué al Parque Nacional Tierra del Fuego. La entrada está a 12 km del fin de la RN3 y reconozco que no miré nada del parque en el camino. Miento: llevé a una chica israelí muy bonita hasta la bifurcación al lago Roca. Después sí, llegué al final de la ruta y filmé esos últimos 400 metros. De nuevo me volví a emocionar al ver con mis ojos el cartel de madera que dice: “Aquí finaliza la Ruta Nacional Nº3. Buenos Aires 3079 Km, Alaska 17848 km.

Estaba fresco y a pesar de tener abrigo en el auto me mandé de puro arrebatado a hacer el primer sendero, el de la baliza después de recorrer la pasarela de madera. Me congelé. Cuando volví, me puse la campera, el pantalón impermeable y así hice el sendero del mirador, el de la laguna y por doblar mal, el de la castorera y el del turbal, aunque claro, salí a 4 km de donde estaba estacionado el auto.
Fui hasta la entrada del sendero a la Laguna Negra, un turbal en formación. Pero, previo al trekking, me preparé unos fideos con salsa de almuerzo. Después de recorrer el sendero, fui hasta el centro de interpretación –que tiene también un restaurant de la hostia– y un mirador. Volví al auto después de fotografiar unos conejos que posaron para mí. Seguí entonces con el sendero a la cascada del Río Pipo, donde me crucé con cuatro chicas con quienes nos oficiamos de fotógrafos mutuamente.
Para terminar, llegué hasta Bahía Esperanza, muelle y estafeta postal.

Volví a dormir en el auto. En Río Gallegos hace un poco más de frío que en Viedma, sobretodo si uno tiene la idea de quedarse en el playón del ACA que está junto al mar. Dormí entrecortado, pero dormí. No era el único loco, éramos varios.
Me desperté oficialmente a las 7:00 y salí a buscar algún bar donde tomar algo caliente. Mala idea. Todo cerrado. Localicé un Renault Minuto que quizás tengan el farolito delantero que se terminó de romper en el ripio chileno y una Anónima con playa de estacionamiento para aprovisionarme antes de ir a la zona de El Calafate y El Chanten que me dijeron que es carísimo.

Volvamos al día que decidí hacer el trekking del glaciar. El glaciar está fuera del parque. Se puede hacer todo caminando, en constante ascenso y toma unas dos horas y media, tres horas. O bien, se puede optar por subir el primer tramo en aerosilla y ahorrarse casi una hora de caminata. De hablar con gente en el Hostel, concluí que no tenía otra opción que subir por la aerosilla si tenía intención de llegar al glaciar que tiene un último tramo de trekking de unos 300 metros a 40º de inclinación. Uno lo ve de abajo y asusta un poco, pero qué joder, ya había subido a una aerosilla… ¿Qué iba a hacer? ¿Bajar sin llegar hasta el final?

Finalmente llegué y volví por el sendero del bosque, o eso creí hacer. Lo cierto es que me desvié un poco del camino pero logré volver a la base superior de la aerosilla. Con la palma que tenia, no digo que la disfruté como loco, pero al menos descansé sentado un rato durante los tres días y medio que me pareció que duraba el trayecto.

Volví al hostel y me preparé una ensalada y tenia ganas de hacer esa tarde la excursión embarcado. No me daba el horario, por lo que salí a recorrer caminando un poco la ciudad –como no había caminado nada ese día…

Contraté la excursión en el barquito Barracuda para el día siguiente a la mañana y fui a un par de museos: El museo del Fin del Mundo, el museo Municipal casa Beban y la casa Pena. En la casa Beban enganché una muestra sobre el Monte Cervantes. Me encantó ver algunos artefactos del pomposamente llamado “Titanic Argentino”, que no era argentino, sino alemán y en donde solo murió el capitán.
Le dí utilidad a la olvidada Pase Maestro que me permitió pagar más baratas las entradas a los museos.

Al día siguiente, me fui temprano al puerto. El barco zarpaba a las 9:30, pero la cosa se empezó a demorar y terminaron pasándonos a un catamarán. No sé todavía si nos cagaron o no, pero la pasé genial.

Como todos sabemos, el aire de mar ¿qué hace? Te da hambre. Así que fui –por recomendación de Gustavo y Patricia, que estaban en el hostel– a Ramos Generales, un lugar muy pintoresco. Altísima sopa de cebolla y una pequeña picada con un pan muy rico. La energía justa que necesitaba para poder encarar el recorrido por el museo del Presidio.

Al día siguiente me quedaban todavía algunos senderos del PN por hacer y el Tren del Fin del Mundo –todo es fin del mundo en Ushuaia– que me habían dicho que no era la gran cosa, pero vamos, que es un tren a vapor! no será a leña la caldera, pero es a vapor, de modo que allá fui.

Hice el tren, me saqué fotos en la cascada La Macarena y volví al vagón donde me puse a hablar con unas viejas conchetas que habían llegado en un crucero –que era gigante– y que resultaron ser de Bragado. ¡FUSTA!

De los senderos que me quedaban, opté por hacer el que va al hito XXIV, unos metros antes del límite con Chile, en el extremo norte del Lago Roca. Me encantó. Fueron como 4 horas de caminata y fotos, de subir y bajar por un bosque, por piedras, por la costa del lago Roca hasta llegar al hito, que es un coso de chapa bastante insulso pero, ¿qué esperabas? ¿Un Starbucks?

Al día siguiente descansé. No salí a la mañana. Hice un tour dentro de la ciudad, compre algunas cosas y me volví pelotudo buscando una remera con la que me había quedado calentito, con el estampado del recorrido de la RN3

Visité LR10, Radio Nacional Ushuaia. Me quedé un buen rato hablando con el operador y tomando mate. Me reservé la noche para ir a comer cordero a una parrilla libre en donde no podía entender como la gente podía pedir vacío o pollo. El barrillero tampoco lo entendía.

Mi último día de paseo por Ushuaia lo use para ir a Playa Larga y para conocer un barrio cualquiera de las afueras, lejos de los turistas y lo rematé en Tante Sara con un chocolate caliente y una porción de torta. ¿Cómo resistirse a un local que dice: Tante Sara – Cosas ricas?

Y así terminé con Ushuaia. Ahora, mientras termino mi café en una Petrobrás de Rio Gallegos escribo esto antes de arrancar el día que terminaré en El Calafate. Voy a ir yendo… a las 9 esta ciudad se despierta y me queda comprar algo de comida y pasar por el Renault a por el guiño delantero derecho.

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