jueves, 14 de enero de 2010

Una leyenda. Una mentira

Todos soportamos a lo largo de nuestra infancia, la lectura por parte de padres, madres, abuelos y hasta tíos, de cuentos intencionados mayoritariamente en hacernos dormir en la noche. Algunas de estas historias tenían sus fundamentos directamente en la fantasía -recordemos sin ir más lejos el caso del pequeño Juan (8) y sus habichuelas mágicas- y otras -las menos por cierto- dejaban entrever el aroma a mistificación de una realidad lejana, como casos aún abiertos y pendientes de la justicia de antaño.
Es sabido que el hombre cuando ve negados los medios para plasmar sus historias, recurre desde sus antepasados al recurso de pasar en generación en generación y en forma de relatos esas historias; relatos que son alterados en forma pero no en fondo para permitir hacer llegar esas historias cuanto más lejos en el tiempo sea posible.
Volviendo al punto, estos relatos llegan a –imaginemos– cinco o seis generaciones posteriores bastante desvirtuados y las cuestiones que lo habían hecho nacer, suponen estar resueltas –con contados casos– u olvidadas. No debemos olvidar que el mejor de todos los abogados es el olvido.
Es por eso que hoy, en una investigación sin precedentes, se sacará del arcón del olvido una de esas historias para llegar a separar verdad de leyenda sobre la vida de Maria de los Remedios Enriqueta Roja (12) más conocida por todos nosotros como Caperucita Roja.

Los elementos históricos. El paralelismo con la leyenda.

La primer y única Maria de los Remedios Enriqueta Roja (12) que aparece en los registros vivió durante los años 1833 a 1845 en lo que es en la actualidad el barrio de Floresta y era la única hija del matrimonio entre Don Miguel Martín de la Cruz Roja (46), entrerriano, nacido en Gualeguaychú en 1806 y Doña Mercedes Segurola Chivilcoy (38), nacida en Bahía Blanca en 1814, y ambos habían contraído matrimonio en 1828. La familia se había radicado a orillas del arroyo Cildañez, cercano a la estancia de la familia Olivera donde ambos trabajaban, uno de los esposos en la cocina y el abocado a la duras tareas rurales.
En esta situación de trabajo, la pequeña pasó sus primeros años al cuidado de su padre, en la cocina de la estancia.
María de los Remedios Enriqueta Roja (12) comenzó a convertirse en una irremplazable ayuda para el personal de la estancia y dada su belleza –amén de su corta edad– era pretendida por muchos de los peones de la finca que habían empezado a apodarla “Caperucita Roja” por la forma en que la niña vestía una pañoleta color blanco sobre su cabeza. Notemos la diferencia precisa que existe entre la realidad y la leyenda que suele pintar a la pequeña con un pañuelo de similares características pero de color rojo. Se puede adentrar en los motivos que pudieron hacer trascender a la pañoleta de un color distinto al real. ¿Acaso es algo que surge para marcar aun más las tendencias políticas de sus padres, o más allá todavía, de los propietarios de la finca? Como hecho comprobatorio de esta teoría, el casco de la estancia de los Olivera, conserva aun el colo rosa. ¿Es un hecho político -resaltar la condición de federales de los Roja- o una mera coincidencia de la historia?

Dolores Candelaria Ensenada Laguna de Chivilcoy.

La señora Dolores Candelaria Ensenada Laguna de Chivilcoy (58), madre de Doña Mercedes Segurota y abuela de la pequeña María, vino a vivir a Buenos Aires en el año 1837. Fue una de las tantas "lecheras" que vestidas con poncho de paño, una enagua y con sus cabezas cubiertas por sombreros de hombre, sorprendía a los desprevenidos gringos casi tanto como la costumbre que empezaron a adquirir los porteños: el mate. Se asentó en las cercanías del arroyo Maldonado.
Su salud fue decayendo rápidamente y era justamente la pequeña María, la encargada de visitar periódicamente a su abuela.

La tragedia de María de los Remedios Enriqueta Roja.

Para poder situarnos en los hechos que desencadenaron en la tragedia, es necesario ubicar -aunque más no sea en forma aproximada– la casa de los Roja, que –por relatos de la época y evaluando viejos documentos– se podría situar en lo que hoy es la calle Monte entre las actuales White y Moretto.
El recorrido lógico de la niña es sin duda, cruzar en línea recta la estancia de los Olivera (Hoy, el Parque Nicolás Avellaneda), llegarse hasta la actual Juan B. Alberdi y llegar por la actual calle Mariano Acosta hasta la iglesia de que actualmente se encuentra en la intersección la avenida Avellaneda y la calle Bahía Blanca, proseguir en dirección norte hasta la orilla de arroyo Maldonado, donde vivía su abuela.
Retomando nuevamente la leyenda, en el pasaje que narra el encuentro de la pequeña Caperucita con el “lobo” que indica maliciosamente el camino más largo hasta la morada de Doá Dolores. No hace falta recordar el hecho de que el "lobo" toma un atajo y logra llegar primero a la casa de la señora de Chivilcoy (58).
Tratemos de precisar el supuesto punto de encuentro de Maria (12) con el “lobo”. Vamos a dar por descartado todo el terreno de la estancia de los Olivera y sus cercanías. Entonces -usando a la leyenda como única referencia- "y fue en el bosque donde el lobo se le apareció a la pequeña Caperucita en el camino a casa de su abuela”, el único posible bosque que podemos encontrar en la zona es una arboleda que aun permanece sobre la actual calle Laguna. ¿Fue allí? ¿Fue en lo que es un una plaza el encuentro entre María de los Remedios Enriqueta Roja con “el lobo”? La respuesta es que sí… es muy probable.
No nos olvidemos de algo que hace tambalear toda la leyenda: La niña conocía a la perfección el camino.

El lobo… ¿Un lobo?

Hasta ahora hemos tomado hasta por omisión el hecho de la existencia de un lobo. Sabido es que Buenos Aires no tiene dentro de su fauna autóctona tales animales y de tenerlos, difícilmente hablaran. Entonces, si no fue un lobo parlante, ni un lobo común y silvestre… ¿Qué fue lo que detuvo a la niña?
Veamos los hechos: una niña cuyo entorno era netamente federal, desaparece junto con su abuela una tarde de 1845. Releyendo aspectos de la historia caemos en cuenta que Don Miguel Martín de la Cruz Roja (46) era oriundo de Gualeguaychú, pueblo que resultara saqueado por la cuadrilla que comandaba Giuseppe Garibaldi (37), cuando combinada con una flota anglo-francesa logran remontar el río Uruguay. Garibaldi intenta atacar Paysandú pero el General Antonio Días ya tenía preparada una resistencia. ¿Cómo y por qué Díaz estaba sobre aviso y ya tenía preparadas sus defensas? Y no hace falta mucho para advertir a paisanos de la familia Roja que lograran escapar del ataque de Garibaldi alertaran a Díaz.
Visto de esa forma, bien puede pensarse una represalia hacia los Roja y, el “lobo” de la leyenda puede ser fácil y lógicamente reemplazado como una representación el león Inglés.

Surge la leyenda.

¿Fue entonces Maria de los Remedios Enriqueta Roja (12) víctima de un secuestro por parte de agentes de la corona inglesa en represalia por alertar miembros de su familia al General Díaz?
Es probable…. la historia puede ser manejada al antojo de aquellos que son capaces de romper las cadenas que atraviesan los ríos.
¿Podemos encontrar en el surgimiento de la leyenda la creación de una historía verídica tratada y amoldada para tontos?

También es muy probable... Nuestra historia está llena de caperucitas y muy vacía de Maria de los Remedios Enriqueta Roja.

Demasiadas vergonzosas mentiras se sobre escribieron con demasiado peso sobre muestras más gloriosas verdades.



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