viernes, 14 de enero de 2011

Dias 5 al 12: Crónicas fueguinas

S52º30'06.6" W69º31'15.1

Aquí estoy. Podría escribir alguna historia genial hoy, pero don Julio Florencio ya lo hizo. Él la tituló "Autopista del sur" y narraba un atascamiento de tránsito en una ruta del sur de Francia. En éste lugar donde estoy las monjas no viajan en un viejo Renault Dauphine sino en un Audi A4 blanco y lejos está éste lugar de ser Francia: Es Chile. Lo que sí, estoy al sur. ¿Cuán al sur? Estoy a 900 metros del Estrecho de Magallanes, en Bahía Azul, una de las dos puertas de entrada a la isla Grande de Tierra del Fuego, en la región XII de Chile, la región de Magallanes o, como la ha llamado un "auditor" -oyente- de Radio Pingüino (590 KHz): La República Independiente de Magallanes que, desde ayer, se ha paralizado por una protesta social contra la medida del gobierno PRO de Pineda de aumentar el gas en 16.8%.
Y ahí de desató la ira popular en toda la región. Y para colmo ayer murieron dos chicas atropelladas por una camioneta que quiso pasar a toda costa por una barricada en Punta Arenas, ciudad que hoy, junto con Puerto Natales y todas las demás de la región está sitiada, con aeropuertos tomados, caminos cortados y puertos bloqueados. Y por eso acá estoy: 18:08 y soy el auto 110 -según me anotició un compañero de fila que los venía contando desde la cabecera que da al mar



Estoy parado en la calzada de la ruta y sobre la banquina viene la fila de camiones, también desde la cabecera y mucho más larga que la de autos. A esta hora, acaban de llegar las dos barcazas desde el continente pero no las dejan desembarcar, al menos eso dicen por la radio. Carabineros nos dijo hace un rato que a las 19 iban a empezar a dejar pasar los autos, claro que eso no depende de Carabineros. El panorama no es muy bueno: El gobierno -muy PRO- se niega a negociar.

Tomo mate. Tengo agua mineral, una coca y un sandwich de milanesa que metí de contrabando en la mochila, pues no debería haberlo pasado. Lo bien que hice en pasarlo.

Mis opciones son dos: o me quedo acá esperando que nos dejen pasar o volver a Río Grande, es decir, volver a hacer un tramo de 238 km de los cuales 100 son de ripio. Prefiero esperar. Río Gallegos está a sólo 128 km. Hacerlos no será difícil, pero lo que va a ser otra tortura van a ser las aduanas.

A la salida de Río Grande un gendarme me dijo que había problemas en Chile. Me dijo que estaba cortada la ruta en el Cerro El Sombrero, lo cual lo hacia esquivable por un camino alternativo. Pero no: han aislado la isla.

Lindo quilombo armaron -le dije a un carabinero al que le pregunté a que hora oscurecía y a que hora salía el sol sospechando una noche en el medio de la ruta. Asintió con la cabeza.
Eso es lo que pasa por votar a la ultraderecha -volvió a asentir con la cabeza el carabinero.

Volvamos a revisar mi lista: tengo galletas, paté, arroz, caballa y alguna lata más. Una noche paso sin problemas.

Si la balsa se carga normalmente, carga unos 20 autos aparte de los camiones y micros. Eso me pone con suerte en la quinta o sexta balsa. A unos 40 minutos por cruce entre que van y vuelven, son 6 horas. Las balsas normalmente hacen el último cruce 23:45. Si empezaran a cruzar a las 19, tal vez tenga una chance. Siempre y cuando dejen pasar tantas balsas.

No hay señal de celular y fui hasta la orilla -donde hay dos paradores- y no hay teléfono. Resta esperar.

Había una hora de no retorno y ya la pasé. La aduana chilena de San Sebastian cierra a las 21 y mirando mis notas, me tomo llegar desde ahí hasta acá 2 horas 20 minutos. Son las 18:40. No me es posible ya regresar a Río Grande. Por otro lado, por Radio Pingüino repiten que a las 19 van a empezar a pasar todos los vehículos pequeños -no los camiones- argentinos que estamos aquí varados en Bahía Azul.

Todo parece indicar que voy a pasar otra noche en el auto como en Viedma. También dijeron recién en la radio que mañana no pasaría nadie hacia y desde el continente. Lo cual al menos, le da sentido al estar acá.

Prefiero no usar la luz del auto. Tengo 3/4 tanque de nafta por si hace frío tengo calefacción. De última, es nafta más que suficiente para volver a Río Grande mañana.

18:52. Llueve un poco. Es una garua de esas que no mojan. Por suerte no hay viento y tampoco hace mucho frío que digamos. Estoy en remera de hecho, lo que me aburre es el paisaje. No hay nada de nada. Sólo gente que se baja de sus autos y camina hasta la costa y vuelven. Ya lo hice y no fue tampoco muy entretenido.

Ahí vuelve la yanqui: Calzas negras, un gorro colla de lana con dos pompones a la altura de las tetas, medias de lana de colores y sandalias. Estaban adelante mío en la aduana de San Sebastián donde me compré el agua mineral y unas galletas por 16$ previendo esta situación.

Encontraron al tipo de la camioneta Toyota que atropelló a las chicas: José Sotomayor.

Ya son las 19 y de momento del otro lado no veo venir ningún vehículo de los que están en las balsas. Yo desde acá no lo veo, hay como una curva que me impide ver (vuelve a pasar la yanqui) La cosa viene pesada del lado chileno en Punta Arenas.

Ahí empiezan a pasar autos. Tocan bocinas, festejan. Todavía no se dan cuenta que no llegan a tiempo a la aduana de San Sebastián, pero ya cruzaron. Estoy esperando que vuelva la yanqui para sacarle una foto a sus sandalias.

Hoy no almorcé. Me compré unos pretzels en La Anónima. El almuerzo iba a ser en el ACA de San Sebastián, esa milanesa. Pero después todo se fue estirando. Salí a las 8:30 de Ushuaia y llegué en 2 horas y un poco a Río Grande, pero entre cargar nafta, ir al súper y buscar liquido refrigerante para el auto -ya tengo la foto de la yanqui- terminé saliendo como a la hora de haber llegado. No hubiera cambiado mucho, en vez de se el auto 110 estaría un poco más adelante.

Tengo material para el blog de mi estadía en Ushuaia que voy a empezar a escribir ahora y después pasaré a la compu. Vamos por parte, volvamos al quinto día de viaje, el 6 de enero.

Esa noche la había pasado en un hostel en Río Grande, muy lindo, donde casi todos los que paraban era gente que trabajaba en Río Grande. Un pibe de Córdoba, un porteño -ex alumno del Delpini- que vivía en Rosario pero que ahora estaba trabajando en la construcción de un jardín de infantes en Tolhuin, otro que -nos movemos, unos metros- trabajaba en una sucursal de Montagne y en general, todos sacan buena guita por unos meses y se vuelven o se quedan un tiempo más en otro lado. Todos muy prepotentes y cancheros y presumidos.

Dejé Río Grande con toda la calma, pensando en tomarme todo el tiempo del mundo para hacer el trayecto hasta Ushuaia. Paré en Tolhuin. Fui primero hasta el lago Fagnano. Tolhuin está en la cabecera del lago, es un pueblito muy chico y pintoresco, con casitas de madera y chapa, pintados de colores vivos, típica construcción fueguina.
Del paseo por la costa, volví a la RN3. Salí casi a 6km de pueblo de manera que regresé hasta el pueblo, fui a la oficina de turismo, pasé por la confitería La Unión -una institución en la isla- y me hice de unos chipas y dos churros. ¿El plan? Tomar unos mates en la costa del lago. De modo que volví hasta el lago Fagnano -sigo escuchando Radio Pingüino, el gobierno se niega a dialogar cn las asambleas populares- Ahí encajé el auto sin darme cuenta en un poco de pedregullo flojo. Unos alemanes que estaban pescando me empujaron un poco y salí sin problemas. Pude tomar mis mates en un lugar increíble.

Volví a la ruta por un trecho justo hasta el desvío que va hacia Aguas Blancas en la Reserva del Río Valdez. Sin mucha idea -porque el GPS no me marcaba el camino por el cual estaba yendo- llegué hasta el mirador del Cerro Jeujepen, una vista maravillosa del lago Fagnano. -Me muevo, 100 metros más- Volví pasando por Laguna Blanca. Fueron unos 40 km de recorrido por ripio con un paisaje increíble.

Salieron las dos balsas. No cargaron camiones. Solo los micros que estaban y algunos autos. ¿Volverán? No lo sé. Apagué un poco la radio. El cantito chileno y el sonido típico de la AM me estaba poniendo loco. Volvamos a la RN3, ese 6 de enero.
Se abrían los bosques fueguinos. Cada curva era un paisaje nuevo e increíble. Paré en un montón de lugares y siempre me cruzaba algún alemán viajando en sus camionetas con patente de la UE. ¿Por dónde pasaron? ¿Cómo llegaron?
Paré para ver el Lago Fagnano, el Lago Escondido y, desde Paso Garibaldi, ambos lagos. Volví a la ruta y esta vez pare en el puesto de Gendarmería que está en el mojón que indica los 3000 km de la ruta. Faltaba poco.

Llueve otra vez. Son casi las 20:00. Delante mío, el estrecho. Hace un rato zarparon las balsas. No las veo desde donde estoy. Si pasaron 80 autos, debería ser el auto 30 ahora. La milanesa de contrabando ya es historia. Ruta 3, dale.
Venía prestándole atención al GPS que me marcaba que faltaba menos de 1km para tomar una rotonda cuando pasé junto al cartel de madera que reza "Bienvenidos a Ushuaia, la ciudad más austral del mundo" pero no veía todavía la ciudad. Recién apareció al tomar una curva cerrada a la derecha y una nueva rotonda que indicaba Centro - Puerto y ahí sí, la ví, con sus casas bajas construidas sobre esa pendiente que desemboca en la bahía, con el puerto, y los cruceros, con el monte Olivia, con el glaciar Martial. Había llegado a Ushuaia. Tuve que frenar a un costado de la calle porque las lágrimas de emoción no me dejaban ver. Me calmé y cambié el destino del GPS al punto que en mi plan de viaje era la llegada: El ACA. Faltaban 25 minutos para las 16:00. Había manejado 3441 km, contando desde que salí de Buenos Aires la madrugada del 2 de enero.

Está volviendo una de las barcazas. No veo si viene cargada o no. Son las 20:10. Si todo sale bien, debería embarcar en ésta.

Del ACA fui al hostel Torre al sur, en la segunda paralela a la calle San Martín -la del centro- Claro que Ushuaia tiene la geografía típica de las ciudades lacustres del sur y la altura entre calles paralelas hace que las calles perpendiculares, sean REALMENTE perpendiculares. Por eso todo el mundo respeta la norma de conducción a rajatabla: El que sube, tiene prioridad, el que baja, también.
El hostel queda también subiendo una escalera desde el nivel de la calle. Me costaba más subir esa escalera -con los días- que los senderos que hacia paseando.
Al llegar me puse a tomar mate y charlar con una pareja brasilera -bajan y empiezan a pasar los autos que cruzaron en la balsa que llegó hace un rato– y después se nos unió Xavier –cargamos parece, estoy casi ahí en la balsa–

20:29. Estoy en la balsa. Quedé delante de todo para salir. Estuve un poco en la cubierta, pero hace mucho frío y llueve. Dicen que es la última balsa que cruza esta y que ahora hay un corte en el contienente. No lo sé. Ya veremos como viene el trayecto –si es que puedo hacerlo– hasta Punta Delgada y hasta las aduanas.

Me quedé en Xavier, un gaita que viajaba por América del Sur por un año. Más adelante me iba a dando cuenta que los europeos viajan por mucho tiempo.
No hice mucho más ese día, además de instalarme y descansar y prepararme para hacer los últimos 20 km de la RN3 hasta Bahía Lapataía.

Me levanté, desayuné y me preparé la ropa para ir al parque. El día estaba bastante feo, pero algo que tiene el clima de Ushuaia es que es muy cambiante.

20:40. Llegamos al continente parece. El ruido de las máquinas cambió y están bajando el portón. No salió mi fila primero, así que muchos picaron en punta para las aduanas.

21:30. Clemente marca 181289 y acabo de dejar la aduana chilena. Un trámite más y estoy de regreso oficialmente en Argentina.

22:40: Llegué al ACA de Río Gallegos.

Llegué al Parque Nacional Tierra del Fuego. La entrada está a 12 km del fin de la RN3 y reconozco que no miré nada del parque en el camino. Miento: llevé a una chica israelí muy bonita hasta la bifurcación al lago Roca. Después sí, llegué al final de la ruta y filmé esos últimos 400 metros. De nuevo me volví a emocionar al ver con mis ojos el cartel de madera que dice: “Aquí finaliza la Ruta Nacional Nº3. Buenos Aires 3079 Km, Alaska 17848 km.

Estaba fresco y a pesar de tener abrigo en el auto me mandé de puro arrebatado a hacer el primer sendero, el de la baliza después de recorrer la pasarela de madera. Me congelé. Cuando volví, me puse la campera, el pantalón impermeable y así hice el sendero del mirador, el de la laguna y por doblar mal, el de la castorera y el del turbal, aunque claro, salí a 4 km de donde estaba estacionado el auto.
Fui hasta la entrada del sendero a la Laguna Negra, un turbal en formación. Pero, previo al trekking, me preparé unos fideos con salsa de almuerzo. Después de recorrer el sendero, fui hasta el centro de interpretación –que tiene también un restaurant de la hostia– y un mirador. Volví al auto después de fotografiar unos conejos que posaron para mí. Seguí entonces con el sendero a la cascada del Río Pipo, donde me crucé con cuatro chicas con quienes nos oficiamos de fotógrafos mutuamente.
Para terminar, llegué hasta Bahía Esperanza, muelle y estafeta postal.

Volví a dormir en el auto. En Río Gallegos hace un poco más de frío que en Viedma, sobretodo si uno tiene la idea de quedarse en el playón del ACA que está junto al mar. Dormí entrecortado, pero dormí. No era el único loco, éramos varios.
Me desperté oficialmente a las 7:00 y salí a buscar algún bar donde tomar algo caliente. Mala idea. Todo cerrado. Localicé un Renault Minuto que quizás tengan el farolito delantero que se terminó de romper en el ripio chileno y una Anónima con playa de estacionamiento para aprovisionarme antes de ir a la zona de El Calafate y El Chanten que me dijeron que es carísimo.

Volvamos al día que decidí hacer el trekking del glaciar. El glaciar está fuera del parque. Se puede hacer todo caminando, en constante ascenso y toma unas dos horas y media, tres horas. O bien, se puede optar por subir el primer tramo en aerosilla y ahorrarse casi una hora de caminata. De hablar con gente en el Hostel, concluí que no tenía otra opción que subir por la aerosilla si tenía intención de llegar al glaciar que tiene un último tramo de trekking de unos 300 metros a 40º de inclinación. Uno lo ve de abajo y asusta un poco, pero qué joder, ya había subido a una aerosilla… ¿Qué iba a hacer? ¿Bajar sin llegar hasta el final?

Finalmente llegué y volví por el sendero del bosque, o eso creí hacer. Lo cierto es que me desvié un poco del camino pero logré volver a la base superior de la aerosilla. Con la palma que tenia, no digo que la disfruté como loco, pero al menos descansé sentado un rato durante los tres días y medio que me pareció que duraba el trayecto.

Volví al hostel y me preparé una ensalada y tenia ganas de hacer esa tarde la excursión embarcado. No me daba el horario, por lo que salí a recorrer caminando un poco la ciudad –como no había caminado nada ese día…

Contraté la excursión en el barquito Barracuda para el día siguiente a la mañana y fui a un par de museos: El museo del Fin del Mundo, el museo Municipal casa Beban y la casa Pena. En la casa Beban enganché una muestra sobre el Monte Cervantes. Me encantó ver algunos artefactos del pomposamente llamado “Titanic Argentino”, que no era argentino, sino alemán y en donde solo murió el capitán.
Le dí utilidad a la olvidada Pase Maestro que me permitió pagar más baratas las entradas a los museos.

Al día siguiente, me fui temprano al puerto. El barco zarpaba a las 9:30, pero la cosa se empezó a demorar y terminaron pasándonos a un catamarán. No sé todavía si nos cagaron o no, pero la pasé genial.

Como todos sabemos, el aire de mar ¿qué hace? Te da hambre. Así que fui –por recomendación de Gustavo y Patricia, que estaban en el hostel– a Ramos Generales, un lugar muy pintoresco. Altísima sopa de cebolla y una pequeña picada con un pan muy rico. La energía justa que necesitaba para poder encarar el recorrido por el museo del Presidio.

Al día siguiente me quedaban todavía algunos senderos del PN por hacer y el Tren del Fin del Mundo –todo es fin del mundo en Ushuaia– que me habían dicho que no era la gran cosa, pero vamos, que es un tren a vapor! no será a leña la caldera, pero es a vapor, de modo que allá fui.

Hice el tren, me saqué fotos en la cascada La Macarena y volví al vagón donde me puse a hablar con unas viejas conchetas que habían llegado en un crucero –que era gigante– y que resultaron ser de Bragado. ¡FUSTA!

De los senderos que me quedaban, opté por hacer el que va al hito XXIV, unos metros antes del límite con Chile, en el extremo norte del Lago Roca. Me encantó. Fueron como 4 horas de caminata y fotos, de subir y bajar por un bosque, por piedras, por la costa del lago Roca hasta llegar al hito, que es un coso de chapa bastante insulso pero, ¿qué esperabas? ¿Un Starbucks?

Al día siguiente descansé. No salí a la mañana. Hice un tour dentro de la ciudad, compre algunas cosas y me volví pelotudo buscando una remera con la que me había quedado calentito, con el estampado del recorrido de la RN3

Visité LR10, Radio Nacional Ushuaia. Me quedé un buen rato hablando con el operador y tomando mate. Me reservé la noche para ir a comer cordero a una parrilla libre en donde no podía entender como la gente podía pedir vacío o pollo. El barrillero tampoco lo entendía.

Mi último día de paseo por Ushuaia lo use para ir a Playa Larga y para conocer un barrio cualquiera de las afueras, lejos de los turistas y lo rematé en Tante Sara con un chocolate caliente y una porción de torta. ¿Cómo resistirse a un local que dice: Tante Sara – Cosas ricas?

Y así terminé con Ushuaia. Ahora, mientras termino mi café en una Petrobrás de Rio Gallegos escribo esto antes de arrancar el día que terminaré en El Calafate. Voy a ir yendo… a las 9 esta ciudad se despierta y me queda comprar algo de comida y pasar por el Renault a por el guiño delantero derecho.


1 comentarios:








Vero

dijo...

Ya que estoy planeando un viaje al sur, sabes recomendarme alojamiento en ushuaia? te agradecere la recomendación :)




eXTReMe Tracker
Powered By Blogger